26 ago 2009

Cama de Rosas

holiss *------------* yo aki de nuevo con un fic <33 Pues se estaran preguntando por que no actualizo vestigio ni tempestad o perfecta agonia :X es que para escribir esos fics necesito ingerir alucinogenos o sustancias raras S: xDDDDDDDDDD Bueno pero de igual forma les dejo este primer capitulo de un fic que tenia en la cabeza hace mucho tiempo... sera la primera vez que haga un yoosu *sin interferencia del yunjae xD* no obstante espero que sea de su agrado ^^


Especialemnte para felina y para tod@s las que me leen *w* l@s amo *O* espero saber sus opiniones acerca de este nuevo trabajo *O*


Les dejo el trailer que hice con musho amor *w*
















Titulo: Cama de rosas…
Autora: Mirai
Formato: Serial
Pareja: Yoosu
Reiting: NC-17
Genero: Yaoi, romance, drama…
Advertencias: Lemon (relación sexual hombre x hombre)
Resumen: Existen esas cosas que simplemente aparecen transformando el camino de sensaciones en tiempos trasvergisados que solo dañan, no quiero pensar en ello, solo puedo permanecer feliz entre tus brazos, disfrutando de mi privilegio al amarte y que me ames…Solo eso es necesario para arrullar el futuro en nuestros brazos…




Referencias:

------------------------------ (cambio de escena)
OoOoOoOoOoOoOoO (cambio de tiempo)




CAPITULO 1







- El amor sabe que existes y se interesa “Mágicamente” por tu existencia; el espíritu atemporal puede tocarte en este mundo de tiempo. Al nacer de nuevo el corazón, verás un mundo nuevo porque el amor nunca es viejo, sino que se renueva con cada amante; cuerpo y espíritu pueden compartir los mismos deleites y es que todas las personas son inocentes a la luz del amor.

Cuando te enamoras, estas impresiones vienen a ti como agua fresca; sin embargo son tan antiguas como el mismo camino hacia el amor. El amor romántico es tan sobrecogedor que resulta fácil descuidar el valor de estas expresiones, figuran entre las más gozosas que alguien pueda experimentar aquí, en la tierra. Para los amantes, el crecimiento interior se inicia en un estado de éxtasis. Lo que quiero tratar de decirles es que el idilio consta de cuatro fases características, aunque no todos las experimentamos de la misma manera, las cuatro emergen espontáneamente cuando tus sentimientos hacia otra persona van más allá de la amistad, hacia el apego apasionado. Esas cuatro fases reciben el nombre de “Atracción” “Encaprichamiento” “Cortejo” e “Intimidad”.

La atracción comienza cuando una persona, por medios totalmente desconocidos e inconcientes, elige a otra persona para dejarse deslumbrar por ella; pronto sigue el encaprichamiento, en el cual el amado se torna absolutamente deseable y lo abarca todo; en lo mas hondo del encaprichamiento la imaginación del amante llega a ser extrema y delirante. Si no hay barreras insuperables llegará a continuación la fase del cortejo, en que se galantea al amado para crear la misma atracción que abruma al amante. –

Tremendo silencio en el salón se formó…


- … Definitivamente usted es el mejor, profesor… - balbuceó una alumna coquetamente asombrada. Sin duda las clases de filosofía eran las mejores, no solo recitaban o buscaban apagadamente el origen de las cosas o simplemente un “Por qué”, iban mas allá, demostraban a los aprendices en profundidad el significado del amor, esa palabra que el profesor de la asignatura conocía tan bien.

- Profesor podemos preguntarle algo?... - escuchó musitar a un alumno algo alejado. El chico ciertamente algo apenado dirigía la vista a dos de sus compañeros que lo observaban tratando de callar lo que fuera que iba a decir.

- Claro Hang, pregunta lo que quieras… - dijo tranquilamente el pelinegro que asentó su anatomía sobre el escritorio para escuchar atentamente.

- Mmhh… El chico que siempre… Que siempre viene a media mañana es… - sin duda netamente nervioso el joven ya no podía seguir con sus cuestionamientos, talvez el profesor se lo tome a mal y lo amoneste de por vida.

- Mhh?... - se hizo el desentendido y simuló no entender la raíz de lo que el chico trataba de preguntarle, sabia que era difícil para cualquiera.

- N-no se preocupe, no de importancia… - bajó el rostro muy apenado ante la mirada acusadora de sus compañeros. Era verdad que últimamente en su grupo de lo único que se hablaba era del joven que venia siempre a media mañana a buscar al profesor de filosofía y que todos querían saber de él, solo que eso no le daba derecho a inmiscuirse en su vida privada.

- Te refieres a un niño como de este tamaño… - hizo una mueca con su mano posicionándola un poco mas debajo de su hombro, escena que pareció demasiado graciosa para los alumnos que lo miraban atónitos, especialmente por la manera burlona en la cual se dirigía al solicitado chico misterioso. - Cara de payaso y voz chillona que siempre viene a buscarme?... – una enorme sonrisa desfilaba por sus labios al hablar de él, y por mas que lo estuviera haciendo de una forma despectiva todos sus gestos eran sumamente graciosos.

Todos los alumnos comenzaron a mirarlo ocultando las inmensas ganas de reír que tenían, por su parte sabían que había descubierto que era lo que querían preguntarle.

- Si, ese chico… - respondió el alumno con un leve sonrojo en sus mejillas que ni siquiera alcanzaba a notarse.

- Él es mi novio…-

- …….. -

Todos quedaron en silencio, sus ojos rodaron a los del compañero que no sabia que decir, en realidad nadie sabia que decir con certeza, sin embargo las dudas que se originaban en algunos fueron resueltas y las esperanzas de otras tantas chiquillas destrozadas también.

- Que callados se han quedado… - sonrió para suavizar la atmósfera, él era de esas personas calidas que jamás ocultaban algo, o simplemente de esas a las cuales no les iba la mentira. – Ahora respóndanme ustedes… ¿Tanta sorpresa le origina el saber que su profesor es homosexual?... – silencio…

- N-no es eso… Solo que… Nadie lo admite así como así… - se animó a quebrar la pesadez del ambiente un joven; por su parte ninguna de las allí presente salía de su estado de estupefacìa; quedaron totalmente calladas, en especial una persona que hasta el momento no creía que “SU” profesor pertenezca a otro hombre, era lo que no concebía ni quería concebir su cerebro. Pero aun resultaba el hecho de que en su corazón sentía tremendo odio… Odio hacia es chico que solo conocía por vista.

- Les molesta que no sea hipócrita como la mayoría de las personas? Les recuerdo que soy su profesor de filosofía, ¿Acaso no es la meta de esta ciencia el buscar la verdad? ¿No sería yo un criminal si les mintiese acerca de mi orientación sexual que es algo tan importante en la vida? … Vamos chicos, ábranse conmigo, no me enojaré si deciden juzgarme… -

- Usted ha sido nuestro profesor durante dos años y recién ahora es cuando por su propia boca descubrimos que no les van las mujeres… ¿Qué quiere que pensemos?... -

- Por lo visto te molestó mucho Min-bae, lo siento…- ladeó el rostro prestando atención en sus otros alumnos, era de esperarse la reacción de la joven ya que entre todas era la que mas lo acosaba, desde que entró como profesor titular del ultimo año es que tubo ese problema, ahora podría decirse que dejaría de molestarlo.

- NO LO SIENTA!! – escuchó el resonar de su voz para luego verla escapar del aula por la puerta como bólido, todos quedaron en completo silencio, solamente la expresión del mayor no sufrió cambios… Sabía de antemano que le gustaba llamar la atención y no caería en su juego.

- Chicos creo que no tiene caso seguir con este tema…-




---------------------------------




Los rayos del astro sol se colaron dentro de la habitación para inquietarlo despertándolo del hermoso sueño; inmediatamente una pequeña pero calida brisa azotó su rostro demostrándole que la ventana, como cada mañana, había sido abierta al propósito por el dueño de su vida. El joven de 21 años, tez trigueña, ojos marrones y sonrisa destellante empezó a frotar sus ojos para espantar el cansancio y comenzar con la rutina del día, en su cuerpo un fuerte dolor se asemejó y decidió estirarse estrambóticamente para apartar las molestia que contrajo la noche anterior la cual había sido testigo de una excelente velada que le regaló su pareja, el mejor profesor de filosofía de todo el mundo para él, la persona que ocupa sus sueños, el chico que lo mima cada día como solo él sabría hacerlo, su compañero, confidente, su amigo, su amante… Todo se encerraba en una persona, en un nombre… Park Yoochun.

Rió interiormente al rememorar los acontecimientos

Unas pomposas y rosadas pantuflas con forma de oveja acolcharon sus pies y apurando la marcha se apresuró a entrar al baño que de por si ya contenía ese delicioso aroma a menta que el kolino de su pareja dejó desperdigado en el ambiente del cuarto, rió un poco y lentamente abrió el grifo para asear su rostro. Lavó con devoción su perfecta mandíbula, peinó sus cabellos a medida que la áspera tela de su toallón removía las intrusas gotas del cristalino liquido y por ultimo terminó empapándose con una infantil pero dulce colonia que encajaba perfectamente con su esencia, la que por cierto era un regalo de su querido novio; salió rápidamente para seguir con su rutina…

Otra vez sus ojos se pasearon sobre el reloj quien le advertía que era demasiado temprano así que podía estar tranquilo; sonrió para sus adentros y tarareando una pegajosa melodía sus pies lo encaminaron hacia la cocina… Una preciosa estructura hogareña recubierta con cerámicos multicolores pero delicados, su “Hábitat” en el modesto pero hermoso departamento al que llamaba hogar, el que con tanto esfuerzo consiguieron, él dando sus clases de baile y su “Chunnie” trabajando horas extras en varias universidades enseñando filosofía, por suerte ahora podría decirse que era un destacado y respetado profesor en la asignatura. Un cálido y a la vez doloroso sentimiento lo asechó al recordar los primeros tiempos de pareja, su niñez y adolescencia en el orfanato que tanto cobijo le brindó, el triste día en que tuvo que abandonarlo por mayoría de edad y enfrentar el inmenso mundo en el cual estaba absolutamente solo; suerte que esa soledad fue olvidada cuando lo conoció a él.


OoOoOoOoOoOoOoO


- Mira como lo hago yo…Es simple, se que podrás lograrlo Ricky… - miró con una sonrisa al pequeño y dándole unas palmaditas en la espalda lo animó a seguir la clase…

El joven y hermoso Kim Junsu hacía poco mas de tres semanas había salido del orfanato provincial de Seúl, con una pequeña localidad que le fue otorgada por el gobierno coreano hasta poder estabilizarse económicamente; gracias a Dios y a su impecable esfuerzo consiguió ese reemplazo como profesor en aquel establecimiento privado para niños ricos, el cual no dudó en tomar ya que seguramente atraería futuros trabajos bien pagos que le ayudarían mucho en su busca de la estabilidad social y económica, ese era el principal motivo por el cual se empeñaba al máximo y portaba una espectacular sonrisa en cualquier situación y momento, mencionando también que los niños a quienes enseñaba eran Ángeles, especialmente el que tenía en frente suyo, el que a pesar del poco tiempo como profesor ya se había convertido en su favorito.

Desde el comienzo congeniaron maravillosamente, el pequeño incluso aparecía antes de hora para charlar con él e investigarle cada detalle de su vida; la admiración llegaba a tal grado que comenzó a decir que era su “Novio” lo que por cierto no le provocaba nada más que risas, y más enternecido con el niño no podía estar… Compartían amistosas charlas donde el menor le narraba la relación que llevaba con su familia, sus amigos, los sueños que deseaba cumplir, esas cosas que ocupaban la mente de cada niño , solo ideas coloridas y cálidas alejadas de la realidad que Junsu afrontó en su niñez y quería borrar. Sin embargo inexplicablemente al pequeño le costaban las clases mas que a todos, o tal vez se hacia pero el castaño no lo tomaba así, dedicaba mas atención en los movimientos de Ricky originando muchos celos por parte de los demás niños que lo único que deseaban era la atención del castaño.

Todos anhelaban un poco de su alegría…

Compartir esas sonrisas…

Ser el centro de su mundo…

Un mundo que surgió del dolor y se convirtió en algo mas…

Esperanza…


El mayor amaba el baile y sus movimientos lo demostraban… Primero armaba una rutina para mostrárselas a sus alumnos que solo observaban maravillándose sentados en canastitas a medida que sus parpadeantes ojitos brillaban; realizaba cada paso con premura infinita procurando que estos fueran captados por sus pequeños espectadores, miraba de a momentos su cuerpo reflejado en el gigantesco cristal en frente suyo y se preguntaba si podía ser mas feliz… Si la vida luego de tanta lucha le seguiría regalando cosas bellas como las que vivía, porque aunque estuviera solo nadie le quitaría la dicha de ver la luz del sol cada día, oler el aroma de las amapolas, margaritas y malvones de su balcón y escuchar el quisquilloso ruido de las avispas en su ventana… ¿Podía pedir mas? Todo era maravilloso y a diferencia de muchos Junsu era una persona que agradecía a la vida…

Porque tiene poco…

Tiene lo justo y necesario…

Pero sus sueños y anhelos no tienen límites…

Eso era cosa de todos los Díaz, y seguía pensando que la hora diaria que compartía con esos niños en sus clases no eran suficientes, porque al llegar a su hogar los extrañaba y añoraba el momento en que amaneciera para comenzar nuevamente con la rutina y brindarles algo de lo que sabe, enseñarle que aunque no te salve la vida el baile entrega sonrisas y esperanza, fuerza y anhelo.

Nuevamente se encontraba vagando por sus pensamientos y siendo traído a la realidad por los pucheros de ese pequeño hermoso frente suyo. Acarició delicadamente sus mejillas e inquirió a que siguieran la clase, ya se encargaría de esforzarse en los movimientos de Ricky, pero mientras tanto debía mostrarles la rutina a sus demás alumnos. Los cosquilleos no cesaban cada que la música comenzaba, inmediatamente sus músculos empezaron a moverse al compás de la melodía vibrante y formar maravillosamente estructuras sincronizadas que se veían magistrales ante los ojos de los espectadores, sonreía y brillaba, y se divertía y soñaba. El castaño al terminar la coreografía lo único que pudo hacer fue coger una pequeña botella de agua y esperar a que los pequeños se incorporaran del suelo para imitar sus anteriores movimientos, es que esa coreografía seria su debut a fin de año, solo quedaban 3 semanas y parecía algo imposible que esos pequeños aprendieran un esquema tan rápido, sin embargo su lema siempre fue “La esperanza hasta el final” eso lo ayudaba a seguir intentando.

Minutos tras minutos pasaban lentos entre carcajadas ahogadas y lagrimitas traicioneras por parte de niños a los cuales no le salía algún paso o simplemente se perdían del ritmo; aliviados al instante al escuchar las palabras de su profesor que los animaba a seguir y les entregaba confianza, una meta a la que seguramente llegarían todos.

- Pequeños creo que por hoy es suficiente… Se divirtieron? – sonrisa…- …o me van a decir que ya se aburrieron o mucho menos?... – preguntó sentándose en canastitas frente a las miraditas sonrientes.

- Las clases de Junsu Hyung son las mejores, Hyung es gracioso… - dijo una pequeña rubia.

- Así que les sirvo de payaso? - infló sus cachetes… - quienes se han creído ustedes mocosos del demonio ah!!? – las carcajadas cómplices de todos no se hicieron esperar y mientras estos disfrutaban mofándose de su “Dulce y Acaramelado” profesor, éste se escabullía entre ellos dejando una cajita con zumo de naranja al lado de cada niño.

- Junsu Hyung es mi novio, no se rían de él… - un puchero apareció en el labio de Ricky quien miraba a sus compañeros acusadoramente, levantándose y cogiendo por el cuello a él castaño que no pudo hacer mas que cobijarlo entre sus brazos y darle un sonoro beso en la mejilla.

- Por qué Hyung solo besa a Ricky? Todos queremos un beso…- acusó un pequeño levantándose frente al castaño y mostrándole su mejilla para que depositara un beso en ésta.

El castaño no pudo más que adentrarse entre todos los niños y besarlos amorosamente a cada uno de ellos, haciéndole cosquillas a otros y resistiendo a unos cuantos que se subían a su espalda intentando derribarlo. El gimnasio estalló en carcajadas que cesaron al escuchar esa ruidosa y molesta campana que le advertía que debían volver a casa, con sus esteriotipadas familias, entre caviar y amargura.

De a poco los niños fueron abandonando el gimnasio dejando a junza en una profunda soledad, solo pudo arreglar sus cosas y estaba dispuesto a hacerlo cuando se percató de unos brillantes ojitos que no le quitaban la vista de encima.

- Que sucede ahora Ricky?... – interrogó al pequeño quién solo lo tomó de la mano y lo jaló para que ambos salieran del gimnasio…

- Quieres ir a mi casa?… Dime que si… - agudizó su sonrisa para que el mayor accediera…

- Qué? No, no puedo Ricky? … - entrecerró cariñosamente sus ojos acercándose al pequeño y removiendo sus cabellos… - soy tu profesor, no puedo ir a tu casa… Qué pensarían tus padres? Soy un extraño… -

- Mis padres no están nunca en casa… - bajó la vista… - y ya estoy cansado de jugar con mi hermano, él es aburrido, no como Junsu Hyung que siempre me hace reír… - se trepó de él haciendo que el mayor lo cargara.

- Pero igual Ricky, esta mal que… -

- Con que eso piensas de mi pequeña sanguijuela… - el pequeño no hizo más que reírse divertido y esconder su rostro en el cuello del castaño, riendo en su piel al ver a su hermano recostado en el borde de la puerta.

Junsu no hizo mas que dirigir la vista hacia esa aguda voz que estremeció todos sus sentidos y fue cuando sus ojos se toparon por primera vez…La atmósfera se congeló y lo único que veía el castaño era esa refinada sonrisa adornada con un par de labios color cereza, húmedos y apetecibles que solo invitaban a besarlos… Las acuosas orbes marrones, tan profundas como un mar de pensamientos y prófugas como eco en desierto… Su blanca piel dotada con suavidad que relucía aún sin tocarla, y ese rostro perfecto que solo podía pertenecer al de un mismísimo Dios… Ese joven era hermoso. Junsu contuvo la respiración al instante en que veía entre mareos como esa figura antes situada en el marco de la puerta se aproximaba hacia él, olvidando que tenia un niño en sus brazos y sintiendo sus piernas flaquear, nada tenia sentido y todo en su interior buscaba respuesta a ese revoltijo en su estomago que solo se originó por primera vez, nublándose los sentidos y pidiendo un hueco mas hondo en el cual enterrarlo.

- Park Yoochun… - tendió su mano observándolo directamente a los ojos, matándolo con la mirada y haciéndole ver estrellas, el castaño perdió el sentido de todo, el mismo que se perdió entre esos labios y esas palabras que fueron musitadas con tremenda sensualidad.

- No te acerques a él hermano… - interrumpió Ricky al situarse entre ellos antes que Junsu reaccionara. – Él es mío… - y esas palabras fueron las que hicieron reaccionar al castaño que por fin se dignó a mirar a los ojos a ese ser majestuoso frente a él, tragando una gran acumulación de saliva y humedeciendo su garganta que parecía seca.

- K-Kim Junsu… - se apresuró bajando el rostro, sintiendo la urgencia por que la tierra lo tragara y tratando de callar a Ricky, no quería que su hermano pensara mal de él, eso nunca!

- Es un gusto Junsu… - musitó antes de fundir sus pieles en un apretón de manos que estalló en el cuerpo del castaño en una corriente eléctrica que nubló sus ojos.

- Que haces aquí Yoochun? No ves que estoy ocupado. – el atrevido niño escupió.

- Ocupado?... – risas… – Conquistando a tu profesor?... – las mejillas del castaño adquiriendo un peligroso tono rojo, avergonzado a mas no poder.

- No lo estoy conquistando hermano, Junsu Hyung es mi novio… - eso había llegado muy lejos…

- Ri-Ricky deja de decir esas cosas… - bajando el rostro y ocultando la vergüenza tras un mechón de cabello que caía sobre uno de sus ojos.

- Vine a buscarte tonto, así que deja de hacer berrinches… ¿Qué va a pensar Junsu?...- y lo escuchó… Su nombre, su minúsculo nombre musitado de sus labios pareciendo tan diferente a otras veces, sonando tan peligrosamente diferente al compás de que cada silaba escapaba prófuga de esos labios que aunque no pensándolo se estaba transformando en el peor de sus delirios… ¿amor a primera vista? Maldición! Comenzaría a creer en esa sarta de estupideces, ahora más que nunca cuando sentía que la luz de su vida se extinguía a medida que los destellantes ojos del sujeto se entrecerraban.

Y sólo pudo coger silencio y contemplar como ese par de hermanos se disputaban y gozar con esa simple acción, como le hubiera gustado a él haber tenido en su infancia alguien que fuera a buscarlo al colegio, llevarlo a un calido hogar y disfrutar de palabras que no se dilatarían como otras, que quizá sean las mismas que compartirían a la noche con sus padres en una cena familiar y no entre tantos otros niños en sus mismas condiciones que sólo esperaban a la vida… al tiempo por un poco de amor que sea únicamente dirigido hacia ellos, como lo notaba en esos hermanos y qué vulnerable se sentía. Sin tener mas opción y deprimiéndose entre los dolorosos recuerdos pudo ver como ante sus ojos todo comenzaba a tambalearse y la impresión en sus piernas lo demostró al balancearse peligrosamente de un lado a otro con el niño en sus brazos; monopolizado por sus delirios al pensar que podría perder el conocimiento aunque haya sido un simple mareo. Fue entonces que sintió como unos fuertes y tibios brazos rodearon su cintura transmitiéndoles esas sensaciones que llamó desconocidas, las que nunca tuvo la dicha de experimentar, al igual que los temblores en la totalidad de su anatomía al volver a la realidad y comprobar la escasa distancia que lo separaba de ese ser al que definió como… Su primer amor.

Que absurdo por Dios! Se dio una patada mental al pensar con tanta cursilería, eso no podía ser verdad, talvez se maravilló distraídamente por los dotes naturales de ese chico que aunque penetrara con la mirada, escondía tristeza y amargura en esos fríos y profundos ojos que lo hundían en un abismo sin fin, que lo trasportaban crudamente a la realidad que acosaba, a la realidad que los diferenciaba y le hacia sentirse entupido… Vulnerable.

- Estás bien? – vio ese tinte de preocupación en los ojos del pelinegro y se sintió feliz por ello; un calorcito subió a sus mejillas y el otro no hizo mas que dedicarle una tierna sonrisa, esa que viajó por su cuerpo y explotó como una bomba de mariposas en su estomago… El revoltijo revolucionaba sus pensamientos…

- Si… No te preocupes… - retomó la seriedad y se alejó delicadamente de esos brazos que aun sin motivos lo seguían arrullando en su frescura, haciéndole sentir que poseía el poder en sus manos y que una vez mas agradecía a la vida, aunque fuera una ilusa fantasía le hacia sentirse bien el pensarlo.

- Hyung tienes que venir a casa, así yo te cuidaré… - Apresuró el pequeño castaño haciendo sonrojar mas al bailarín que no sabia que actitud tomar ante su invitación, era algo netamente absurdo.

- No sería mala idea. – el corazón de Junsu se detuvo estrepitosamente, sus mente no quería creer lo que sus oídos acababan de escuchar, era demasiado para un solo día, sus emociones estaba a tope y la pregunta seguía siendo. ¿Por qué? – Quieres acompañarnos? Nuestra casa es fría y solitaria, pero con una sonrisa como la tuya seguro que hasta toma temperatura… – sonrió por lo absurdo de su comentario, la atmósfera tornándose pesada de repente. Yoochun se pateó luego de decir aquello, sonó demasiado… ¿Desesperado? Si, esa era la palabra correcta, pero… Cómo resistirse a esos ojos que lo miraban atónitos y a esa sonrisa que inquieta volvía a dibujarse en los labios de ese castaño que tan diferente le pareció, y tan dulce le supo.

- Yo…No sé si sea buena idea… - impactado, azorado, estupidizado, muchas palabras para una sola emoción; no podía creer lo que le estaba pasando y fue en ese instante donde supo que la urgencia de desaparece de allí era mucha. Mas al verlo, al contemplarlo y al escucharlo. Ese joven le vendió tantas cosas en fracciones de segundos que no se lo creía, y mas cuando lo invitaba a SU casa con ese cumplido que le supo a piropo, con esas palabras que aunque estuvieran muy lejos le supieran a felicidad e ilusión; a búsqueda y encuentro de algo que quizás ambos estaban buscando.

No encontró palabras ya que el silencio consumió las pocas que tenia, percibió ese rubor sofocar las mejillas del pelinegro que lo miraba de soslayo esperando una respuesta positiva, y contemplar al pequeño entre los ahora brazos del mayor que los miraba sin entender nada, incluso ni él sabia lo que pasaba, se lo imaginaba pero no quería aceptar que ambos estaban, ¿Flirteando? Rayos! Eso se estaba poniendo tenso… Muy tenso.

- Sólo será una tarde… - balbuceó insistente el pelinegro, no sabía por qué ni cómo, pero… Tenía la urgencia de pasar mas tiempo con ese chico que acababa de conocer y lo impactó, ese que parecía tan diferente al resto y guardaba algo en su ojos que quería descubrir, es decir, nada perdía con intentar ¿Cierto? Cierto.

- No tengo nada que hacer hoy… - llenándose de valor dijo esa frase que formaba inmediatamente una sonrisa tímida en los labios de esos hermanos que se sentían felices con una sola afirmación, y mas que nunca al contemplar ese rosado en las mejillas del castaño que lo hacía ver tan bello y soñado. Sin duda tenían un ángel frente suyo.

- Si! Podré jugar con Hyung! –






Y no supo con exactitud como los minutos pasaron tan rápido que ya se encontraba frete a esa imponente mansión tan hermosa que le hizo sentir tonto por no imaginarse algo tan grande como lo que tenía en frente de sus ojos; berreó la vista disfrutando como el pelinegro bajaba del auto y le dedicaba una sonrisa de esas que comprobó, sólo él podía dedicarle; se sentía mucho mas cómodo ya que en el camino ambos venían hablando de trivialidades como si fueran amigos de toda la vida, debía agradecer a su cualidad al tratar con otras personas, ya que es muy sociable y agradece eso. La charla se sintió amable, divertida y entretenida, Ricky fue el motivo de ella y el castaño volvió a reír al recordar lo que hace unos instantes el pelinegro le había dicho “Ricky solo habla de ti en casa”. Podía decirse que tenia un motito por el cual encontrarse feliz y mostrar esa brillante sonrisa que cautivaba a todos, especialmente a ese pelinegro que lo observaba desde el marco de la puerta del automóvil, delineando con sus rasgados y finos ojos la figura del bailarín quién traía a su escandaloso hermano en brazos, ambos entre carcajadas hablaban quién sabe de qué, sin embargo sólo prestaba atención en esa persona, en sus ojos, en su chillona voz y en la hermosa manera que tiene éste para hablar y referirse a los otros, de relacionarse y parecer tan… Perfecto.

Decidió acercarse finalmente a ambos y juntos comenzaron a caminar lentamente por el delicado camino de piedras que llevaba a la puerta de entrada, los ojos del castaño brillaban cual luciérnagas en cada paso, admirando la belleza de esas estatuas adornando a lo lejos, las enredaderas con flores de colores en unos postes a unos lados de la estructura, la interminable colección de rosas que le llenaron de vida, es que él ama las rosas. Y por ultimo las mariposas que desplegaban sus alas revestidas de tecnicolores que le transmitían esa dicha que casi todos los días sentía. Se acercó hacia un precioso rosal para inmediatamente enterrar su olfato en los pétalos terciopelo de rojo color, perdiéndose unos segundos entre esas sensaciones que le encantaba disfrutar con parsimonia sin importar dónde estuviera, era simplemente impulso y lo hacía, es una costumbre en él amar la naturaleza, mas aún las flores que son talvez, los seres mas tranquilos y puros que existen.

Yoochun lo contempló a distancia, notando como Ricky reía junto al castaño y le acariciaba los cabellos mientras este examinaba el rosal. Rió enormemente al no encontrar un motivo exacto para tanta pureza y bellezas juntas, ese fue el momento en que descubrió que fuera lo que hiciera, sería imposible sacarse al castaño de la cabeza, pero tampoco deseaba hacerlo, sea lo que sea quería tenerlo a su lado y que esa inocencia fuera solo suya. Se acercó a los dos “Niños” grabando en su mente la expresión de Junsu, tallando en sus pensamientos aquellas sonrisas que eran mas dulces que miel.

- Se ve que te gustan mucho las rosas… - musitó quedito Yoochun acercándose mas al castaño hasta rozar levemente la piel de sus manos, una chispa recorrió sus cuerpos y el mayor se sonrojó a mas no poder, el castaño solo rió un poco y le miró a los ojos pidiéndole permiso para algo.

- Puedo tomar una? – tranquilo, aireado y muy cómodo se sentía el bailarín al cual los nervios habían abandonado, miró las oscuras pupilas de Yoochun quien en vez de responderle solo se limitó a acercarse al rosal y cortar la flor mas grande y hermosa, delineando con sus pulgares esas espinas que pincharon levemente pero que le transmitieron una sensación calida y hasta adictiva; se quedaron así, mirándose eternos segundos en los cuales el pelinegro permanecía frente al bailarín observandolo anonadado, dedicándole sonrisas que ocultaban un origen puro e infinito, ese que pedía algo minucioso que todos alguna vez conocieron y ellos, tal vez, conocieron desde que se encontraron, pidiéndole con su oscura mirada una cosa con sólo un sentido, entrar en su corazón…

Feliz, muy feliz de reflejarse en esas oscuras pupilas estaba Junsu, tomando la rosa entre sus manos, demostrándole al mayor que estaban conectados por una fuerza desconocida, y que al igual qué él deseaba conocerlo mas y entrar en su corazón, ganarse su confianza y empezar, como todo, en una linda amistad que con el tiempo quién sabe se convierta en algo inquebrantable y hasta soñado.

Sonrisas y mas sonrisas se dedicaban los jóvenes mientras el pequeño en brazos del bailarín sórdido admiraba como a lo lejos su perro Harang jugueteaba con el agua desperdigada por el suelo, riendo con sus arranques de diversión y admirando la pureza de ese animal al que llamaba su mejor amigo, claro está, segundo en el escalafón ya que su hermano es él mejor amigo que hubiera podido pedir a la vida; topándose luego con esas miradas encontradas de su adorado profesor y hermano, riendo por la cursilería de esos dos ya que no es tonto, sabe muy bien lo que pasa entre ellos y tendría que sacrificar su “Noviazgo” por su querido hermano y rogar con que él castaño entre a su familia y tenerlo a toda hora, aunque claro, eran los mágicos y “Estupidos” pensamientos de un niño.

Luego de unos segundos y sonrosadas mejillas se adentraron en la casa, quedando él castaño maravillado inmediatamente, pellizcándose al ver tanta belleza junta que le hacía creer que estaba en un cuento de hadas; grande fue la ternura del pelinegro al encontrarse con dos castaños corriendo por toda la mansión riendo poderosamente que hasta podía jurar que sus risas se escuchaban hasta el jardín trasero, recostándose en el marco de la entrada y admirando a dos pequeños niños sin infancia. Volviendo a pensar por enésima vez… Sufría por la soledad de su pequeño retoño, el trabajo en las empresas de la familia le quitaban todo el tiempo y n qué hablar de sus estudios, la filosofía nunca fue considerada algo fácil y por ello no le dedicaba a su niño el tiempo necesario para jugar como antes, siendo las pocas veces de juegos aburridas a causa de su cansancio. Se fijó detenidamente una vez mas en los dos castaños adorándolos en demasía, pareciera como si se conocieran de toda la vida y que en sus vidas jamás hayan conocido las palabras “Tristeza” “Amargura” “Depresión” esas las cuales difusamente colapsaban sus pensamientos y le obligaban a permanecer algunas veces en su solitaria habitación, con una tenebrosa música de fondo y pensando vanamente en lo arreglada que estaba su vida, en el odio que lo consumía lentamente.

¿Quién era Junsu? Quería conocerlo, preguntarle, acercarse y conquistarlo, si… Era urgente, quería disfrutar de esas sonrisas, necesitaba que le demuestre que puede cambiar en algo sus pensamientos, que le ayude a creer en ese poderoso sentimiento que sintió al verlo, al acercársele, al oler el jazmín que su cuerpo despedía. Al contemplar el brillo de sus ojos y el dulzor de sus labios al hablar. Lo quería todo de él.

¿En qué momento Park Yoochun comenzó a fijarse en los hombres? Rayos!! Esa era una buena pregunta, ahora que lo piensa detenidamente nunca había estado enamorado de uno, es raro, muy raro… Inclusive se sentía raro, en el momento en que ese revoltijo comenzó a poner de cabezas su mundo comprobó que jamás hay que decir nunca, menos tratándose de la sexualidad, no cuando durante toda tu vida piensas una cosa y ello en algunas horas cambia radicalmente; eso fue lo que pasó, ¿Amor a primera vista? Diablos!! Ahora si que creía en esa sarta de estupideces, y mas que nunca.

Decidió finalmente dejar de abatirse entre pensamientos para seguir a los dos pequeños que se desplazaban de un lugar a otro por toda la casa, siendo ahora Junsu el que perseguía a Ricky hasta apresarlo contra uno de los sillones del living y haciéndole cosquillas, riendo también por las locuras que decía ese niño, ruborizándose al comprobar que en el marco de la entrada estaba él observándolo fijamente, analizándolo, cohibiéndolo solo un poco pero no lo suficiente para quebrantar su confianza, transmitiéndoles sensaciones que acababa de conocer y no quería que acabasen. Soltó al pequeño meciéndolo ahora entre sus brazos, besándolo a más no poder y admirando de nueva cuenta la casa donde se encontraba, la que le robó todas las palabras existentes.

- Quieren comer algo? – rompió el silencio Yoochun acercándose a ellos.

- Si!! Tenemos hambre Chun. – él bailarín sólo sonrió viendo la cara que ponía el mayor, divirtiéndose al ser dichoso en contemplar esas facciones que de seguro jamás encontraría en otro rostro.

- Si quieres puedo cocinar algo… - musitó el bailarín ante la atenta mirada de los hermanos, Yoochun sonrió con el comentario y se pregunto si podía ser mas angelical, obviamente la respuesta era negativa.

- Quieres cocinar? - preguntó estupefacto un pelinegro a quién se le acabaron las armas de seducción. Parecía un estupido frente al carácter del bailarín, tan decidido, tan natural, tan bondadoso al actuar. Le gustaba cada minuto un poco más que al anterior.

- Que? No me crees capaz por ser hombre??! Pues mire señoriíto Yoochun, yo preparo mi comida desde que tengo uso de razón… - rió al decirlo provocando solo suspiros en sus admiradores, eso era cierto, podría decirse que amaba cocinar y limpiar, parecía raro para un chico pero lo criaron así, en el orfanato aprendió a hacerse valer por si solo.

- Claro que no!! Digo… Por favor no pienses mal, solo… Me sorprende. Pero ve a la cocina si quieres, siéntete como en tu casa y procura hacer algo delicioso que soy muy delicado en mis gustos. – un calorcito ya conocido subió a las mejillas del castaño, y al verlo Yoochun se malicio al ser tan directo, claro, seguro ahora Junsu pensaba que era un casanova. Aunque le gustó mucho la iniciativa del castaño. Ahora le daba mas intriga averiguar sobre su vida.

- No hay problema, no es por presumir pero se me da mucho la cocina, Ricky me acompañas?... – tomó al niño de la mano para que este le indicara la dirección de la cocina, claro que el pelinegro no se quedó atrás y solo se dedicó a seguirlos en silencio, enterneciéndose ante la angelical visión frente suyo. Al llegar no pudo mas que observarlo, mirar como sin vergüenza o incomodidad alguna el bailarín tomaba ingredientes de la alacena y preparaba un platillo algo difícil para su gusto, sintiendo como los colores subían a su rostro en él momento en que ése delantal ocre se posaba sobre la figura del castaño quién le pareció mas soñado aun, riéndose con Ricky y jugando con él a medida que las verduras se guisaban, y tarareando una canción que no conocía, deduciendo que el chico poseía una voz bellísima, sorprendiéndole mas todas sus cualidades, comprobando que la palabra perfección no era exagerada para referirse a él, ahora la tomaría como sinónimo de Junsu.

Se sentaron a la mesa entre carcajadas, hablando de cosas que ni siquiera tenían argumento alguno, ambos dándole de comer en la boca a Ricky quién estaba siendo mas mimado que nunca, sintiéndolos como verdaderos padres, esos que nunca estaban ni estuvieron a su lado; aunque no quería pensar en eso. Y pasaban las horas y ellos seguían charlando, notando como por la ventana se veía ya la enorme luna que advertía que las horas pasaron demasiado rápido para su gusto y que sería tiempo de marchar. Junsu se incorporó dispuesto a levantar los platos que habían ensuciado, recibiendo inmediatamente una mirada reprobatoria del pelinegro quién creía que ya había hecho demasiado por el día.

- Deja eso Junsu ah… Luego lo limpiarán… - balbuceó Yoochun recibiendo como era de esperarse una fiel sonrisa advirtiéndole que todo estaba bien por parte del bailarín.

- No! Eso esta mal, yo cociné así que yo limpio los trastes. No te preocupes esto es cosa de todos los días… - finalmente se dirigió a la cocina dejando a esos dos hermanos anonadados, observándolo desaparecer tras la puerta de la cocina y mirándose entre ellos para comprobar que no estaban soñando, que toda esa dulzura era verdadera.

- Te lo dije… - el castaño lo sacó de su mutismo momentáneo.

- Me dijiste qué?... – preguntó no entendiendo a lo que se refería su pequeño.

- Que era hermoso… - dijo mientras ambos se sentaban en el sofá, él enredado entre los brazos de Yoochun, sintiendo como el cansancio se apoderaba lentamente de su pequeña anatomía.

- Ahora compruebo que no eres mentiroso… - rieron los dos cómplicemente, disfrutando de esa cercanía que pocas veces tenían.

- Tengo sueño hermano, procura llevar a Hyung a casa y que no le pase nada…-

Sintiendo sus parpados cerrarse, acosijándose aún mas en el pecho de su hermano, saludando a Morfeo y descansando finalmente ansioso de soñar con esferas de colores, animales voladores y divertidos insectos que lo esperaban para confortarlo un poco mas de lo que ya estaba. Parecía como si inmediatamente el sueño llegara y ni siquiera le daba tiempo de despedirse del castaño quién seguía en su labor, esperando a que llegue el día siguiente para verlo y disfrutar de su compañía una vez mas, riendo con él y esperando, quizás, que el tiempo se detenga en esa mirada.

- Es un angelito… - escuchó a sus espaldas Yoochun, volteando de inmediato y sorprendiéndose por lo rápido que había regresado el joven, se notaba que era demasiado eficiente en todo lo que hacia. “Que Bonito” pensó para si.

- Lo llevaré a su habitación, vienes?... – invitó con gentileza, recibiendo un asentimiento como respuesta y encontrándose recorriendo las escaleras hasta la habitación de Ricky con el castaño siguiéndolo. Nada podía ser más perfecto.

El silencio se formó entre ellos, parecía como si las palabras murieran con el cerrar de parpados del pequeño Ricky, aunque no era incomodo… Era un silencio demasiado cómodo para el gusto de ambos. El castaño se dedicó a cobijar al pequeño entre las mantas y depositar un beso en sus mejillas, dándose cuenta de luego de las negras pupilas que se posaban en él, haciéndole sentir sencillamente afortunado.

- Gracias… - murmuró el pelinegro a medida que se distanciaban de la habitación.

- Me encantan los niños, y Ricky es un amor, no tienes nada que agradecerme. – sinceró Junsu caminando junto al pelinegro. – …bueno, creo que debo irme… -

- Si, se hizo un poco tarde, vamos… -

- Vamos? No Yoochun, puedo irme solo… No te preocupes - comenzando a sentir como sus manos sudaban y esa confianza adquirida se esfumaba rápidamente…

- Estas loco? Nada de eso, yo te llevo, es lo menos que puedo hacer, además quiero hacerlo. – y esas palabras fueron dichas, era realmente lo que sentía y no se intimidaba al decirlo, aunque se sintió mejor al ver como el castaño curvaba sus labios y le dedicaba una sonrisa como aprobación, haciéndole sentir aun con mas ganas de conquistarlo.

Ambos decidieron no hablar mas del tema, y rápidamente salieron de la mansión para coger el automóvil de Yoochun; el castaño dio su dirección e inmediatamente ya se encontraban recorriendo las calles de Seúl, encontrándose el menor maravillado por el lujo del automóvil de Yoochun aunque dándole mas importancia a la belleza de un Seúl de noche, con miles de luces y gente caminando por sus calles, letreros luminosos invitando a la noche y felicidad siendo entregada cual susurro expiado. El pelinegro miraba de reojo la tierna expresión del bailarín, pareciera como si nunca hubiera paseado en un automóvil de noche por la cuidad, era tan inocente que parecía mentira.

- Y dime Junsu… Eres muy joven para ser profesor, es arduo el trabajo?... – recibió inmediatamente la total atención de junza luego de su comentario, de veras era muy afortunado al tenerlo a su lado.

- amo el baile, así que lo tomo solo como una pasión y no como un trabajo. Además estoy agradecido por el recibimiento del instituto, muy agradecido. – sinceró el castaño.

- Es envidiable, y que dice tu familia? digo… Que seas tan joven y ya seas profesor en un importante instituto, me refiero a que debe de ser todo un orgullo para ellos – comprobó como el silencio volvía a ellos y la expresión de Junsu no le gustó nada, ¿Había dicho algo malo? – dije algo malo, Junsu ah… -

- No… No es tu culpa, solo que no tengo familia… - y el mundo de Yoochun se desmoronó pedazo a pedazo, ¿Qué le había dicho? Relacionó todo en fracciones de segundos y se maldijo profundamente, echó a perder un buen momento y eso le lastimaba…

- L-Lo siento… No fue mi intención… - se disculpó el mayor al notar esa tristeza en los antes felices ojos del castaño.

- No tienes por que disculparte, ya lo he superado… es decir, jamás los conocí, ellos me abandonaron frente al orfanato. Allí estaba mi familia… aunque tuve que dejarlo hace tres meses por mayoría de edad… - su semblante se inquietó al recordar esos momentos, al descubrir que ciertamente no sabia nada sobre su origen…

- Es admirable… - a penas susurró el mayor con su vista perdida en el transito…

-¿Cómo?... –

- Que es envidiable, no te mentiré, cuando te vi me dije a mi mismo que persona mas feliz no podía existir, esas sonrisa, despreocupación, la felicidad que emanas de cada poro de tu ser, absolutamente todo es envidiable Junsu ah… - las palabras faltaron o no querían salir de las garganta del castaño, se sentía tan… Emocionado. –…Yo soy el menos indicado para darte un consejo, es mas… Creo que debes enseñarme como hacer para soportar y seguir de piel tal como ahora. – su corazón dolía, ese profundo espinazo en él no quería desaparecer y se sentía débil, tan vulnerable frente al otro, ya que tiene todo, y aun así piensa que no tiene nada…

- No entiendo por qué dices eso… Tienes una familia hermosa, Ricky es todo lo que se podía pedir al lado de una persona… - Y lentamente estaban volviendo a hablar amenamente, desenvolviendo esas memorias que eran tan importantes y estaban siendo reflejadas en los ojos del otro, escuchadas por sus oídos que disolvían atentamente cada palabra musitada por los labios ajenos, esos que se convertían lentamente en una manzana de la discordia, invitándolos talvez en un futuro no tan lejano a probarse.

- Que tengo todo, aun así no puedo sonreír como tú lo haces, siento que las fuerzas se me van lentamente a cada día que pasa, y el único motivo que tengo para seguir aquí es Ricky, por él me quedaré velando su sueño aunque me sienta mas débil a cada despertar… - que triste se escuchaba, que frágil lo hacía sentir junza a su lado, ese que lo escuchaba atento y prefería cerrar sus ojos a dejar escapar una minúscula lagrima, y como dolía… Dolía ver como esa coraza que pensó ver en Yoochun en el primer instante se destruía con cada palabra, con cada silaba.

- No sé qué realmente es eso que tanto te afecta Yoochun ah… Pero, si miras atrás solo verás lo que no pudiste construir, solo mantén tu vista en el frente superando con esfuerzo cada cosa que te tenga preparado el destino, y no te rindas. Si superas las pruebas, te volverás fuerte, y si te sumes en el pasado o en los problemas estarás dejando que el destino te ate como a los demás… - y esa minúscula lagrima no pudo ser evitada, ese sollozo que quebró algo en ambos y que parecía necesitado de apoyo se dejó escuchar en el silencio.



Una calidez inmensa envolvió su mano y volteó a ver el triste rostro de Junsu, se sintió terrible al ocasionar ese semblante en él, la peor basura por mancillar lo que con tanto esfuerzo trató de mantener en el día… Esa sonrisa…

- No creo que lo que te pase sea tan terrible como para no tener solución, siempre brillará una luz Yoochun, de eso ten la seguridad… -

- Eres demasiado angelical, alguna vez te lo han dicho?... – el bailarín sonrió ante el cumplido y al ver que ese triste rostro ya tomaba los matices de antes.

- Ricky me lo dice todos los días… - y esas carcajadas que dejaron un gusto diferente impregnado en sus bocas, demostrando que el momento por mas tenso que haya sido ya te tornaba en una atmósfera calida y relajante, esa que construyeron sin mucho esfuerzo ya que sus corazones hablaban por ellos.

Rápidamente se encontraban frente a un pequeño y humilde departamento que era el hogar del bailarín, el mayor sólo se bajó para despedirse de él, por más que le pesara debía despedirse y tratar de buscar una manera de volverse a ver, ya sentía como si su vida se extinguiera al pensarlo.

- Bueno… Creo que hoy fue un día maravilloso… - murmuró el castaño, tratando de hacer ese momento un poco mas largo.

- Debo agradecértelo, Ricky estaba muy feliz.-

- No debes agradecerme nada, de verdad adoro a ese niño… - sus manos comenzaron a entrelazarse una a la otra, mirando con su vista algo baja el rostro de Yoochun demasiado cerca al suyo, encontrando muy repentinamente esos que casi nunca sentía y sólo conoció al verlo, los nervios.

- Crees que nos veremos mañana?... – tomó la iniciativa el pelinegro…

- No lo sé… Tu que crees? …- respondió sonriendo.

- Creo que seremos muy buenos amigos… -

Y ese sutil beso en la mejilla de Junsu depositado por Yoochun que le hizo ver estrellas confirmó lo que sería el comienzo de una bella amistad, y algo más quién sabe. Pero, todo parecía haber cambiado de un momento a otro y las mariposas en sus estómagos les advertían que habían sido flechados duramente, soñando por su parte el castaño en poder acercarse más al pelinegro y conocer de sus temores y miedos… Pensando en otro sitio Yoochun en como poder conquistar ese ser que dio vuelta su mundo de manera fantástica y hasta impensable. Sonriendo ante las vueltas de la vida que comprobó… Tenía muchos planes para ellos.



OoOoOoOoOoOoOoOo






Esas manos se agitaban a medida que una calle mas era recorrida, prestando mucha atención en las señales de transito y en los chiflidos de esos conocidos vecinos que le hacían ruborizarse aún mas que esos gritos desesperados de “Oye preciosura!! Ven a jugar con nosotros un rato” o “Por Dios!! Que hermosa vista” que le sacaban carcajadas a mas no poder, ya que todos los días era lo mismo y ni siquiera quería pensar en que Yoochun se entere porque esos niños estarían ya enterrados tres metros bajo tierra. Una agradable mueca desfiló por sus labios mientras el calido aire estacional chocaba contra su rostro y desparramaba sus cabellos, tornándolos desalineados y rebeldes, aun mas atractivo e irresistible ante los ojos de cualquiera. Se detuvo al ver la señal roja que obstruía su paso y de soslayo observaba como un par de patinetas lo seguían a distancia, los mismos que le gritaban esas barbaridades lo seguían con entusiasmo para hacerle la pregunta diaria, esa que ya se le hacia rutina.

- Preciosura, donde esta el perro guardián hoy? … - preguntó un moreno alto con la patineta bajo uno de sus brazos, este había detenido justo en la acera a un lado de Junsu, esperando a que la señal cambiara de color.

- Hoy tiene clases y tú… No debes estar en la universidad?... – le sonrió al chico.

- Pues como cada mañana sales a pasear en tu bicicleta, mostrando tanta mercadería es claro que primero te veo pasar y luego voy a la universidad… - dijo como sin nada el chico al que luego alcanzaron sus otros compañeros que venían siguiéndolo desde hacia unos minutos. La señal cambió a verde y ya se encontraba en su patineta rodando cerca de Junsu que había moderado mucho su velocidad. Dios!! Que visión!! Que hermosura tenia ese chico, lo volvía loco, o mejor decir… Tenía loco al barrio entero, justo a esos chicos tras suyo que cada mañana lo acompañaban para seguir desde cerca el recorrido matinal del bailarín en su bicicleta deportiva, regalándole una visión insuperable.

- Como siempre, no cambiando tu humor, ya vete a estudiar y deja de perder el tiempo Minnie… - decía sonriendo el bailarín a medida que los autos transitaban frente suyo, notando como la mirada de los conductores fugazmente se posaba sobre su cuerpo… sin duda y definitivamente dejaría de usar esa calza de ciclista para sus recorridos matinales en bicicleta, sino de seguro terminaría siendo violado.

- Está bien ya me voy, pero ten buen día OK? Cuídate hermoso y dile a tu marido que cuando faltes en su cama será por qué yo te secuestré vale?... – sonrió maliciosamente mirando al castaño quien detuvo su paso esperando a que el joven se situara a su lado.

Quedaron los dos cerca de la acera y el bailarín inmediatamente atrajo al moreno entre sus brazos para comenzar a peinar sus cabellos, arreglando su ropa y apretándole la mejilla.

- Eres un desastre Changmin, que dirán tus profesores cuando te vean así?... – se preocupó el castaño por su amigo.

- Ya… Ya… Está bien. Mejor me voy porque llegaré tarde, ve a llevarle el almuerzo a Chun… - dijo mientras se alejaba en patineta seguido de su “Pandilla” saludando eufóricamente al castaño desde lejos quien no hacia mas que sonreírle ofuscado como un madre lo haría con su hijo, adoraba a Min, era su problemático vecino y siempre actuó así con él. Se llevaban de maravilla y le encantaba observar las disputas que tenia con Yoochun en el momento en que iba a su casa. Aunque algunas veces dudaba y temía por ser secuestrado de verdad.

Rió a carcajadas aun sobre la acera, acomodó su holgada remera tapando un poco su trasero que se notaba “Demasiado” a causa de la calza y continuó su camino hacia la universidad, no veía la hora de llegar y entregarle ese almuerzo que con tanto esmero preparó y deseaba que su pelinegro comiera; robándole fugaces besos en el transcurso de su descanso y permitiéndole el paso hacia su cuerpo aunque solo fueran por medio de caricias, es que unas horas sin esas manos, sin esa voz, sin esa penetrante mirada lo sumergía en un delirio que solo denominó “Ciego Amor”. Observando el cielo pudo notar como las nubes se oscurecían lentamente y pensó en que era emocionante andar en bicicleta bajo la lluvia aunque no podía permitirse llegar todo mojado a entregarle el almuerzo a su novio, eso no era correcto así que aligeró el paso procurando llegar lo mas antes posible junto al amor de su vida y mimarlo como se debía, de manera calida y al mismo tiempo pretenciosa.

En cuestión de minutos ya se encontraba frente a la institución en la cual trabajaba Yoochun, sintió como una gota chocaba contra su hombro y no dudó en entrar inmediatamente, comprobando que una gran tormenta bañaba ahora las calles de Seúl. Sacudió un poco la leve humedad de sus cabellos y se encamino por los pasillos, estaban todos en clases y por eso el silencio era absoluto, decidió recorrer un poco hasta que sonara el timbre de receso y poder alimentar a su novio como cada mañana, con sonrisas y fugaces besos, con caricias y dulces miradas.

Tomó asiento en una banca incrustada en la pared observando la potente lluvia golpear la ventana del 3 piso, allí donde a solo tres salones se encontraba Yoochun terminando sus clases de filosofía, allí donde siempre lo esperaba. Sonrió al encontrarse como cada mañana de nuevo en ese lugar, ya que aunque fuera rutina amaba que su pareja le pidiera que exclusivamente vaya a llevarle su almuerzo así contemplarlo por la mañana y alegrar su día, así como poder besar sus labios y acariciar su suave piel ansiando el momento en llegar a casa y brindarle una noche apasionada entre besos y susurros que le daban un poquito de vida a cada despertar.

Observó la pequeña caja en sus manos que contenían los alimentos, la dejó sobre la banca y se relajó un poco, todo ese silencio le daba una paz inmensa y tenia algunos minutos más que esperar hasta que sonara el timbre. Sus piernas caminaron hasta la ventana y allí se quedó en silencio, viendo su reflejo en el cristal y admirando lo templado del día con esas gotas que parecían inundar la ciudad. Lluvia, rosas… No supo por qué exactamente comenzó a pensar en esas palabras sin embargo era lo que mas amaba, las lluvias de otoño y las rosas de primavera, esas que florecían a mediados de abril y morían con el caer de julio. De pronto su mente comenzó a navegar por felices recuerdos que esas palabras le traían, esa lluvia, esas rosas y Yoochun, el día mas feliz de su vida y cuando toda su aventura comenzó, cuando descubrió que amando se nace y con amor se vive…



OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO



Llevaba una espectacular sonrisa y los pequeños saltitos al caminar hacían relucir su felicidad. Unos cuantos libros en sus brazos y el timbre de alarma advirtiendo que dentro de tres clases estaría de nuevo con esos pequeños que adoraba. Fue un excelente día ya que el consejo del instituto gracias a su gran desempeño le había ofrecido una beca para estudiar quinesiología, claro que seguiría dando clases allí porque el profesor titular había renunciado hacia dos días y él recién se enteraba. No era que se puso feliz, no le gustaba suplantar a otra persona en su trabajo pero no iba a negar que era una magnifica oportunidad de progresar y comprobar fielmente que la vida le estaba dando otra oportunidad de ser aun mejor de lo que se creía.

Unos 5 libros se apoyaron en esa solitaria mesa de la enorme biblioteca, estaba todo en total silencio como debía ser y podría estudiar a gusto en esas condiciones. Miró de nueva cuenta su reloj y ajustó una alarma por las dudas si se sumergía demasiado en los estudios, no quería llegar tarde a clases, además él era si se podía decir la persona más responsable que existía y se enorgullecía de ello. Las hojas pasaban ante sus ojos desarrollando sus pensamientos y adentrándolo a ese mundo que quería conocer, la quinesiología. Amaba hacer masajes y su meta era primero que nada ser el enfermero personal de un niño del orfanato, ese que no caminaba y permanecía esclavizado en su humilde silla de ruedas, ese que lo acompañó 4 años de su vida y adoraba, ese que sin duda visitaba aunque sea una vez por semana y le ayudaba con su rehabilitación.

Al formar su rostro en su mente quería estudiar mas y mas y que esos cinco años en los que estudiaría la carrera pasen tan rápido como un cometa, quería que la vida gire rápido y ayudarlo, quería ver con sus propios ojos esas piernas moverse y caminar, y llorar junto a ese pequeño entre dicha y emoción, ilusión y esperanza.

Miró su celular y se fijó si por casualidad no había recibido un mensaje de Yoochun, tenía urgencia por recibir el mensaje del día, como esos que le encantan desde que son amigos… El rubor regreso a sus mejillas al acordarse del pelinegro, no podía evitar que cada día le gustase mas, y para colmo las cercanías amistosas que tienen desde ya 2 meses lo dejan deseando mas… Extrañándolo a más no poder por las noches. Sonaría irónico para cualquiera sin embargo le gustaba todo aquello, aunque no le diga que le ama él lo percibe y aunque no toque su cuerpo como quisiera puede conformarse con esas sonrisas que logra sacarle cada vez que se encuentran para hablar o salen a algún sitio, esa que suplanta la amargura de esas orbes que conoció y no lograba extinguirse, esa amargura y tristeza de la cual no conocía el motivo.

Rió ilusionado y continuó con la lectura, no notando el transcurrir de las horas y ese sonido de la alarma que advertía el comienzo de su clase…


--------------------



- Estoy cansado, no quiero hablar de ese tema ahora… - sus palabras lo decían pero su mirada demostraba aún más ese cansancio. El pelinegro permanecía frente a su piano, palpando las teclas y escuchando dolorosamente a su padre con esos asuntos que le aterraban y dentro de poco le arruinarían la vida.

- Nunca tienes tiempo de hablar de esto pero ya estoy cansado Yoochun, te casarás dentro de unas semanas y aun así huyes del tema. Se que te molesta, te comprendo, pero entinte que es por la familia y…

- Por tu dinero… - interrumpió las palabras de su padre sin eufemismos, tocando precisamente donde sabia, le dolería.

- Es sólo por estabilidad, para no perder lo que construimos en todos estos años Yoochun, entiende que el padre de Jae Lin está dispuesto a aportar la mira del capital y asociarse con nosotros… Es lo mejor para todos. – justificó el mayor caminando de un lado a otro por ese salón de música que pertenecía al pelinegro.

- Lo mejor para ti querrás decir… A mí no me interesa lo que suceda con tus empresas en lo absoluto… -

- Yoochun!! Cuando hablas así no te reconozco!! – indignado exclamó el hombre.

- Reconocer?? Tu no reconoces nada!! Que coño te va a interesar lo que pienso! Esa maldita zorra con la que me quieres casar me arruinara la vida! tu me estás arruinando la vida! – y la impotencia colapsó, aquellas palabras salieron con tanto odio que se estaba perjudicando él mismo, el dolor en su pecho lo decía.

- Te casarás o dejaras de llamarte mi hijo, prepárate para mañana porque la familia de tu futura esposa vendrá a cenar. – y sin mas salió de la habitación, importándole muy poco ese ardor en los ojos del peligro al contener las lagrimas, la ira reflejada en su mirada y la palidez de sus nudillos al apretar sus puños con inigualable fuerza. Estaba destrozado…

Golpeó las teclas produciendo un espectral y lastimero sonido, uno que era reflejo de su impotencia e infelicidad, ese sonido que le demostró lo patético que se veía, lo poca persona que era al deja que le manejaran la vida. Y fue cuando sin retorno las lágrimas comenzaron a humedecer su rostro, sintiendo arder las mejillas y sus pupilas al mismo tiempo, dejando que el dolor drenara con cada lágrima amarga.

Junsu…

Susurró su nombre una y mil veces, necesitaba verlo y huir de la realidad, sentir sus caricias mientras juntos duermen sobre el césped de la plaza cerca del instituto, admirar sus sonrisas al corretear por la lluvia de vez en cuando; escuchar sus chistes y reír verdaderamente ante la gracia y por ultimo disfrutar de esa pureja que jamás vio en otro ser, necesitaba ver a Junsu inmediatamente o moriría de tristeza en un cerrar y abrir de ojos.






---------------------

- Chunnie! – se apresuró a abrasarlo mientras recibía ese beso en la mejilla que le supo a gloria. –…Que haces por aquí?? Es viernes… Pensé que nos veríamos mañana, además hoy no me has enviado mi mensaje diario, eres un insensible… - hizo un puchero que derritió el corazón de Yoochun, Este solo lo enredo entre sus brazos y lo atrajo mas hacia él, dios! Como necesitaba ese calor. Como necesitaba verlo…

- Como tu clase acaba de terminar quise pasarme para hacerte una invitación… - dijo mientras se separaban y se dirigían hacia la salida. Por suerte Ricky se había ido de excusión y tenia al castaño sólo para él. Aunque sonara egoísta le gustaba demasiado la idea. – además Ricky no estará este fin de semana así que tienes la obligación de adorarme solo a mi. – rió mientras pasaba un brazo por los hombros del castaño, acercándolo mas a él y sintiendo su aroma.

- Me parece bien… - dijo sin pensárselo dos veces.

- Necesito que vengas conmigo Junsu ah… - medio dijo, medio suplicó.

- A donde me llevaras? … - preguntó sin ocultar su curiosidad.

- A un lugar que adoro, así que ya mismo vamos a tu departamento, te alistas y nos marchamos inmediatamente… - se apresuró a decir sin detenerse, esperando una afirmación por parte del castaño y escapar de allí lo mas pronto posible, sino terminaría muriendo de tristeza o peor aún… Cometiendo una locura.

- Está bien… - le sonrió con dulzura mientras subía al automóvil, riendo con el otro y recibiendo la calidez de esa mano al sentirla sobre la suya… Todo era perfecto cuando el mayor estaba a su lado, no necesitaba nada ni a nadie más.

Poco tiempo bastó para salir del baño con las gotas aún escurriendo y con esa mirada clavada en su cuerpo que no le intimidaba, que mas haya de todo se le hacia confiable y tierna, porque poco a poco se daba cuenta de que el lazo que los unía era verdadero y que pronto podrían disfrutar de ello, no obstante ¿Quién los apuraba? Absolutamente nadie, tenían todo el tiempo del mundo para conocerse y crear mas confianza de la que había, mas amor del que destilaban. Eso lo sabía, o al menos eso era lo que el castaño creía. Yoochun por su parte solo miró con admiración el cuerpo de Junsu, la belleza era infinita y aunque se muriera de ganas de saltar a su labios y cogerlo entre sus brazos él sabia que necesitaba calma, una tremenda pasividad para confesar eso que odia, esa verdad que no quiere pero debe decir, esa que podría separarlo de la única persona que ama.

Un último retoque en sus cabellos, una pequeña maleta cerrándose y ambos subiéndose al auto que los esperaba para encaminarlos a su destino.

- Tu no llevas nada Chunnie? – susurró inmediatamente luego que marcharan.

- Tengo todo lo que necesito allí, así que no te preocupes… - lo miró de soslayo dedicándole una sonrisa.

- Y dime… Dónde me llagaras?... – sintió el viento golpear su rostro y sus ojos contemplaron la carretera, deseaba saber donde lo llevaría.

- Es una sorpresa, estoy seguro de que te gustará Su… -

- Confiaré entonces… - estiró sus brazos notando como el techo del auto se descapotada y le permitía sentir el viento en la totalidad de su cuerpo, se emocionó y se sentó sobre el respaldo del asiento, agitando sus manos y cerrando los ojos, recibiendo la frialdad del aire y destellando en emoción.

Yoochun solo lo observaba con una sonrisa perfilada en sus labios, charlando de vez en cuando y notando como las horas pasaban a una velocidad increíble, no quería que ese momento terminase. Su andar era lento pero aun con eso llegaron a su destino, podía notar el brillo en los ojos de Junsu al ver la playa y esa linda casa sobre la arena. Se emocionó al contemplarlo.

Y no pudo esperar, nada fue mas lindo que sacarse sus zapatillas y comenzar a correr por la arena y sentirse mas libre que nunca, viendo de reojo como el pelinegro entraba a la casa para dejar su maleta y seguirlo al instante en su carrera hacia el mar. Y sería muy difícil de igualar, esa felicidad al corretear y llegar a la humedad, de abrasarse y depositar calidos besos sobre sus cabellos y mejillas, de entrelazar sus manos y aspirar el aroma a libertad del lugar, de contempla una vez mas, esa autenticidad en el rostro ajeno…

Que lindo era el vivir en ese instante…

Que bello era amarse con tal intensidad…

Al momento Junsu logró enterarse de que todo eso pertenecía a la familia de Yoochun, creando una sonrisa sin comparación al escuchar de los propios labios del pelinegro que pasarían el fin de semana allí, entre amor y amistad… Sin que nadie los moleste. Lo abrazó y en su abraso se perdió, esas fuertes manos acariciaron su espalda con delicadeza hasta llegar a sus cabellos; observo de reojo como los parpados de Yoochun estaban cerrados disfrutando al hacerle esas caricias y prefirió quedarse callado, no lo interrogaría aunque supiera, en el fondo de su ser, que Yoochun estaba preocupado por algo; dejaría que solo abra su corazón y confíe en él. Su contacto se deshizo y ambos entraron a la casa.

La verdad que todo fue mágico… Comieron, jugaron, charlaron, y al castaño casi le da un paro cardiaco al ver ese ramo de rosas sobre su cama, mirando atónito a Yoochun sobre el marco de la puerta con esa sonrisa tan linda que le recorrió hasta la ultima célula; y no pudo mas que tomar el ramo entre sus manos, acariciar cada rosa y oler el aroma, notando como las ganas de llorar lo invadían y ese pelinegro lo abrasaba por la espalda susurrándole al oído ese “Te Quiero Mucho” que movió su mundo, y que aunque no le dijera que lo ama, y aunque todavía no haya probado sus labios, se siente muy bien. Así todo esta muy bien. Sus ojos se cerraron no conciliando el sueño, escuchando las gotas caer sobre esa playa y pensando solo en una persona, pensando en que tenía el pelinegro que lo incomodaba a tal grado de parecer angustiado y triste, ya que a pesar de que se conocen hace poco mas de dos meces el castaño puede jurar que aprendió a conocerlo como a la palma de su mano. A saber de él más que nadie.

Los pensamientos y la molestia no le dejaron dormir haciéndole levantar al instante, buscando inmediatamente con sus pies la habitación donde supuestamente descansaba el mayor, alarmándose al no encontrarlo allí ni en el resto de la casa. Confundiéndose pero aun peor…Preocupándose. Silencio era lo único que había en el recinto, la llovizna no era mucha pero la suficiente para mojar su cuerpo en cortos segundos y tal vez fue presentimiento o intuición la que lo llevó a incrustar sus ojos en esa puerta de entrada cristalizada la que le dejaba ver una silueta del otro lado, sentado abrazando sus rodillas sobre las olas, totalmente bajo la lluvia y recibiendo la oscuridad de la noche que era alumbrada solo por el faro a la distancia.

Sonrió aunque pareciera raro, Yoochun no encontraba las fuerzas necesarias para decirle lo que quería, eso no le preocupa porque al fin de cuentas terminaría sabiéndolo y ayudándolo en lo que sea, sin embargo allí, en su pecho, un dolor permanecía latente, era triste no haber podido borrar la amargura de Yoochun en ese tiempo como amigos aunque el otro lo disimulara bien, estaba desilusionado de si mismo.

Unos pequeños pasos, la lluvia mojándolo completamente al instante de salir de la protección de la casa y acercarse lentamente hacia donde estaba ese joven debatiéndose entre penumbras, entre llorar y correr a los brazos de Junsu. El agua escurría a medida que caminaba y la sensación era extraña, ya que a pesar de todo no hacia frío, le gustaba la temperatura del tiempo. Finalmente se encontraba a un lado del pelinegro y se sentó con su mirada perdida en las olas frente suyo. Sin pensarlo su mano comenzó a bajar por la firme espalda del mayor que no lo impidió, sólo mantenía su rostro hundido entre sus brazos y tratando de no caer, de resistir un poco mas. No había palabras de por medio porque todo nacía solo, las caricias que el castaño repartía eran tan tristes como las lagrimas de Yoochun, y el día que los embargaba podría decirse lloraba al igual que ellos.

Y dejó que sus impulsos lo guiaran, levantando con sus manos el rostro del mayor, abrigándole a que lo mirara y le confiese eso que duele, eso que le tiene en ese estado y es tan difícil de decir que ni esa confianza que supuso ambos tienen fuera suficiente. De nueve esos pensamientos lo hicieron sentir mas triste, tan inútil de no poder con esas lagrimas que salían aun con mas fuerza y se mezclaban con las gotas del cielo que bañaban sus cuerpos y nublaban su vista, sentía la necesidad de hacer algo pero no sabia que, quería desaparecer y mezclarse con esas sensaciones de Yoochun que aunque no supiera lo estaban dañando demasiado.

De pronto esas manos también estaban sujetándole el rostro y abrigando a que ambos se miraran sin confusión, llorando Junsu al ver la tristeza y ausencia en los ojos del mayor, pensando que tal vez ese no es su sitio y tendría que marcarse y dejarlo solo porque definitivamente no tiene las armas para borrar ese dolor, y cuando la decisión de marcharse es definitiva algo lo impide, su interior es vertiginoso y no sabe que hacer, porque aunque no quiera causar problemas no pude, sencillamente no puede alejarse de Yoochun; está tan enamorado que alejarse significaría su propia destrucción.

Pulgares deslizándose por sus mejillas, el castaño mirándolo aterrado al instante en que siente como esas mejillas se acercan a las suyas y piden permiso para acariciarlo, es extraño todo lo que le provoca sin embargo no lo detiene, el que solo sea Yoochun ya es suficiente para olvidar lo que los rodea y poder sentirlo un poquito mas cerca. Y definitivamente se siente en el cielo cuando las acciones de Yoochun le hacen sentarse sobre sus piernas y sofocarlo en un fuerte abrazo tan necesitado como el propio que busca algo más, eso que ambos estaban necesitando… Cercanía y entrega. Puede jurar que es el mismo cielo y esa lluvia nada impide cuando los brazos del mayor acarician su espalda y su rostro se entierra en la piel de su cuello para seguir llorando sobre él, cuando por inercia este pide que lo abrace mas fuerte y le quite la amargura que siente y no puede evitar, cuando aunque no con palabras el castaño siente los gritos de Yoochun pedirle que lo acaricie y borre algo en él… Algo desconocido que no quiere ser susurrado porque duele más que nada.

- Junsu, bésame… - siente el resonar de esas palabras escabullirse por sus oídos y luego todo esta tranquilo, inundado mas que por esas olas que ya llegaban hacia ellos por esa pasividad que percibió el primer día y le hizo verle soñado y hasta perfecto. Con delicadeza alejó el rostro de Yoochun sonriendo al contemplar los ojos cerrados, totalmente entregado a lo que fuera que el decidiera hacer y lo supo, fue allí donde supo que podía hacer mas que lamentarse, que podía cobijarlo entre sus brazos y demostrarle que toda esa angustia podía ser opacada con algo de su amor, ese que guardaba en su corazón desde que lo conoció y moría por entregar.

Lo demás surgió sólo, los labios del castaño acercándose a los del mayor en un beso frágil que revivió el interior del pelinegro, tornándose lento al principio pero desesperado cuando el mayor tomara entre sus brazos a Junsu, obligándole a que lo bese con locura y amor, que le reviva del todo y le haga olvidar, también darle fuerzas para abandonar el mundo y luchar por lo que siente, luchar por eso que sucede allí, con esos labios y esas olas de testigo. Le agrado mucho la manera en que Yoochun suplicaba por mas cercanía encontrándose de repente entre la arena y el agua, bajo el cuerpo del pelinegro que parecía morir ante una caricia suya, frenándose éste solo al ver lo que estaba haciendo, que tenía deseos de tomarlo allí mismo, con la lluvia y el arena que sentía el castaño no merecía aunque estuviera mas necesitado que nunca. Fue cuando una sonrisa se dibujo en sus labios y ambos se miraron sin perderse de vista, entrelazando sus manos y riendo al ver que por fin, luego de tanta espera ya se habían unido en besos que los marcaron de por vida, porque la prueba había sido superada y solo faltaba entregarse su amor para superar lo que tenia el destino para ellos.

Entrelazados de las manos y abrasados es que volvieron al interior de la casa despojándose de sus ropas a medida que se acercaban a la recamara del mayor, buscando ese acercamiento íntimo que estaban decididos a llevar a cabo y destruir por una vez esa minima distancia que separaba sus corazones para fundirlos esa noche y vivir así hasta la eternidad entre caricias y besos que saben, compartirían de allí en adelante. Las manos del pelinegro no podían evitar despojar con desenfreno y locura esas mojadas prendas que se afirmaban a la figura del castaño, sintiéndose celoso incluso de esa tela que tomaba mas territorio que el en esos momentos; entre pasos torpes y aun besándose por fin se encontraron entre las sabanas que se humedecieron al instante con sus cuerpos, aunque no dieron importancia, nada importaba mas que ellos y lo que harían.

Antes de continuar con los apasionados besos se miraron un momento comprobando la felicidad que los inundaba, afortunados al tenerse uno a otro y estar dispuestos a superar las adversidades juntos, ya que mas en la mente del mayor estaba claro lo que sucedería luego de esa entrega, aunque no temía por ello, estaba mas decidido que nunca, la sonrisa de Junsu lo ayudaba a disipar la confusión. Besó con amor las gotas que rodaban por las mejillas del menor y entrelazó sus manos regalándole un beso que quebró con todo lo conocido para adentrarlos de nuevo en esa pasión del principio, instándolos a continuar hasta las últimas consecuencias…

Se encontraba bajo el cuerpo del mayor disfrutando de sus caricias y besos, observando como comenzaba a desabrochar sus pantalones esperando con ansias el momento de sentir sus pieles y lo que sabia seria la acoplación perfectas de gemidos y suplicas. Miraba atentamente entre sonrisas como el mayor repartía besos por su pecho que iban en descenso hasta situarse en su vientre provocándole cosquillas y coger ansias por que se situasen en esa parte sensible de él que sabe, clama por atención. La urgencia de sentir el cuerpo del castaño latir bajo suyo es mucha y por ello sus besos se encaminan hasta llegar a su bajo vientre, retirando con firmeza y lentitud los pantalones junto con los boxer, notando la prominente erección que ha originado en el castaño, relamiéndose los labios al pensar que el causo todo eso, que fue el deseo por entregarse a él lo que hizo que el castaño este en esas condiciones; revivió lo que se llama pasión y no dudó en besar esa zona, procurando grabar en su memoria esos sensuales gemidos que apenas salían perceptibles de los apetecibles labios de Junsu; notando el efecto tenían en el. La excitación iba en aumento descabelladamente.

Admiró las expresiones que acudían al rostro del menor, dándole pie a que continuara con su tarea y así lo hizo: sus húmedos y fríos labios tocaron la piel de su miembro sintiendo inmediatamente el ardor y la calidez de esa parte, oliendo el aroma a sexo y procurando que todo siga siendo magnifico. Besó la punta y al instante los gemidos salieron con mas fuerza, el cuerpo del menor temblaba y todo era perfecto ante sus ojos, tener a Junsu en esas condiciones lo orientaban a hacerle sentir pleno y tenía la obligación de dejarlo en el cielo, como esas suplicas lo estaban haciendo con él. Volvió sus labios al miembro del castaño, lamiendo la piel y apartándola de la carne, bajando segundos después hasta sus testículos y probar su sensibilidad… Los codos del castaño lo ayudaron a incorporarse y quedar sentado sobre el colchón, su espalda contra el respaldo, la cabeza inclinada hacia arriba conteniendo las enormes ganas de arañar la piel sudada del pelinegro, conteniendo los gritos y acoplando esas sensaciones que la boca de Yoochun le regalaba. Dios! Lo estaba volviendo loco. Y pudo sentir como la áspera y caliente lengua del mayor lamia su miembro, obligándole a que inconcientemente mordiera sus labios, los relamiera y cogiera aire para seguir fritado su nombre en ese recinto de placer.

Escuchaba como su nombre salía entrecortado de la boca del bailarín y nada mas quería pedir, siguió con su tarea ayudándose ahora con sus manos quienes a medida que él lamia ese pedazo de carne se infiltraban por las sabanas hasta llegar a los muslos, acariciando con precisión y arrancándole verdaderos gritos de placer que le invitaron al paraíso una vez mas. sacó la lengua aún con los ojos cerrados procurando que cada una de sus acciones sean vistas y grabadas en la mente del menor, y con sensualidad la posó en la punta del miembro incitando a que el otro se retuerza ante sus caricias; y gimió, gimió el nombre de Junsu cuando su boca apreso su sexo y le hizo ver estrellas… gimió su nombre de la manera mas desesperada que podía imaginarse el castaño, juraba que podía llegar al orgasmo con ese gemido que sacudió su cuerpo de una manera terrorífica.

Y por fin sintió la calidez apresando su sexo cuando la boca del pelinegro lo engulló por completo. Y gritó, solo pudo gritar su nombre y llevar una pequeña almohada a la boca y morderla para acallar los gritos que necesitaban escapar con la acción, al sentir esa manera tan experta de masturbarlo y hacerle experimentar eso, que por primero vez había tocado el cielo con la yema de sus dedos. Decidió admirar como lo hacia, era masoquistamente enloquecedor pero aun así quería hacerlo; contempló detenidamente esos movimientos de la boca de Yoochun, la saliva que escurría por la comisura y las gotas de sudor rodando por sus sienes, era tan placentero que se le hizo agua la boca de tan solo pensar en provocarle ese mismo placer a él, era lo que deseaba en esos momentos. Escuchaba los gemidos del mayor cuando parecía que su miembro llegaba tan profundo en su garganta que le daban arcadas pero inmediatamente seguía con sus movimientos frenéticos de adelante hacia atrás obligándole a empujar sus caderas contra la cavidad del mayor, realizándose así una danza enloquecedora producida por ambos.

El gusto salado comenzó a sentirse y a inundar su cavidad, aligeró las succiones a medida que sus cabellos eran apresados por las manos de Junsu quienes lo obligaban a succionar frenéticamente y sin detenerse, deseban que succione hasta la ultima gota y lo deje exhausto de solo pensar en corredse en su cavidad. Y finalmente escuchó ese sonido aturdidor que estremeció cada centímetro de su anatomía y al instante ese caliente líquido llenar su boca y obligarlo a apartarse, manchando también parte de su rostro.

La cantidad de semen desperdigado era realmente mucha no obstante tragó esa sustancia salada que le pareció arrebatadoramente deliciosa para comenzar a lamer parte del estomago del menor quien exhausto solo yacía tirado entre las sabanas con su mirada perdida en el techo, con la respiración entrecortada, sus labios ligeramente sangrados y los palpitares de su corazón desbocados. Fue el orgasmo mas intenso de su vida. Cuando tuvo las fuerzas necesarias se incorporó solo un poco mirando atentamente como la lengua de Yoochun lamia su estomago y lo limpiaba, levantándose al instante en que notó esos hilillos de semen en su rostro para comenzar a besarlo y despojarlo de la blanquecina sustancia.

Lo recibió entre sus brazos mientras sentía como el menor lamia su rostro sensualmente y acariciaba su espalda, no pudo evitar sentarse ahora el sobre la cama y descansar sobre el respaldo, recibiendo a Junsu entre sus piernas y besarlo como si se le acaba el mundo entre ellos, en esa boca que llamaba sus mas perversas fantasías. Enredó su cintura y lo apegó mas hacia él a medida que el beso seguía entrelazando sus lenguas apasionadamente y haciéndole olvidad realmente la totalidad del mundo, ya que para ellos solo existía el otro en ese instante.

- ahhh… mnghh… Yoochun… - sus sensuales susurros invadieron los sentidos del pelinegro, gemía con devoción viendo de nueva cuenta su excitación a medida que el duro sexo del pelinegro rozaba su entrada descaradamente buscando un contacto mas intimo. Y rió al comenzar una serie de embestidas con su trasero sobre la prominente erección que solo hizo que sus bocas se devoraran sin ningún cuidado aplacando las sensaciones y el deseo que tenían por unirse aun mas. Sus piernas finalmente se flexionaron a sus costados y su trasero respingado quedó sobre el mimbro del mayor frotándose dolorosamente piel a piel y gritando a medida que sentían como solo ese movimiento les haría correrse otra vez. Y no hubo espacio para las palabras cuando la lengua del menor comenzara a bagar por ese pecho tallado por dioses y esa blanca piel de porcelana que llamaba a sus fantasías y a esos sueños húmedos que siempre tubo con el pelinegro desde que lo conoció. Recorrió con lentitud disfrutándolo mayoritariamente y buscando esos puntos que le hicieran gritar a la persona bajo su cuerpo su nombre sensualmente, acariciando su espalda mientras su lengua contornea sus pezones y los humedece buscando el mayor contacto posible. El castaño permanece sumergido en esas sensaciones y tratando de asimilar todo lo que sucede allí, como es que de un momento a otro se encuentra con ese Yoochun con la respiración escasa y el cuerpo sudado, con las manos entre sus cabellos guiando su movimiento y esa tremenda erección chocando fuertemente su trasero aun sin penetrarlo, y es cuando se pregunta si todo no sigue siendo un sueño.

Se pregunta si realmente eso sucede bajo sus pies o es solo un espejismo de su corazón carente de amor, un amor que Yoochun le profesó entre miradas desde que se conocieron, cuando comieron juntos por primera vez o durante esa siesta sobre el césped que le hizo volver a pensar que su soledad no duraría mucho.

- J-Junsu… aahhh… ahhh… sigue… - y esas suplicas respondieron a sus interrogantes demostrándole que nada era un sueño, todo era mas real que nunca y se sintió desfallecer, mas feliz de lo que alguna vez pudo llegar a imaginar. No pudo evitarlo y subió a sus labios uniéndolos rápidamente, clamando esa cavidad como suya y saciando su sed con la saliva que encontrara allí, moviendo su cabeza ligeramente y mordiendo esos labios que estaban mas rojos que nunca, conteniendo la respiración y manteniendo el beso lo mas que podía, de manera salvaje y loca.

Mientras sus bocas se devoraban las manos de Junza siguieron con las caricias, posándose en su torso y llenándolo de la calidez que ellas despedían; descendiendo con parsimonia hasta tocar su erección, notando el estrepitoso saltar de Yoochun al sentir como esa mano envolvía su hombría haciéndole ver estrellas de repente. Gritó y pareciera que su garganta se hubiera desgarrado con tal acción, el menor había comenzado con las caricias frenéticas sin esperar que se acostumbre ya que parecía que se correría antes de pestañear, el solo saber que Junsu lo masturba tan deliciosamente es motivo suficiente para llegar al glorioso orgasmo en cuestión de segundos. Y sus manos llegan a ese gran trasero, mas sensible aun de lo que imaginó, perfectamente torneado y pidiendo a gritos ser penetrado por su miembro que brota en excitación. Lo sostiene con deseo, apretando los muslos y escuchando esas suplicas del menor que le dejan noqueado, enterrando dos de sus dedos de improviso en esa, que ahora comprueba, virginal entrada.

- Jun…Junsu… tu… ahh… - pregunta separándose del beso, conteniendo la respiración y admirando esos dilatados labios rojos que comprobó son su tortura viviente.

- Si… - comprendió esa mirada… - seré solo tuyo… - dijo falto de aire antes de refugiarse en esos labios que lo acercaban minuciosamente a la perdición. Porque así era, admitió su orientación sexual ya alrededor de los 11 años cuando miro por primera vez diferente a un chico en el orfanato, notándose en algunas ocasiones seriamente ruborizado cuando piropeaban su belleza que desde su niñez resaltó entre todos. Pero eso no era suficiente, jamás un beso, jamás una caricia, jamás una entrega acudió a su adolescencia aunque pretendientes haya tenido muchos, ninguno le llegó tanto como lo hizo Yoochun por eso nada mas importaba, se entregaría a él y le demostraría que no existe otra persona mas capacitada que el para amarlo, le demostraría a Yoochun que su amor puede hacer cicatrizar cualquier herida. Incluso el más perverso de los estigmas.

Y esas solas palabras musitadas por un excitado y sincero castaño fueron suficientes para que si libido quedara olvidado ya, tumbándolo de improviso entre las sabanas boca abajo esperando en el momento en que sus cuerpos se fundieran para nunca mas separarse. Así como ya lo estaban hace tiempo sus corazones.

Un gemido salio de los irritados labios del menor cuando sintió como el cuerpo del mayor se subía a su cuerpo, y mas luego de sentir ya no dos dedos en su entrada, sino tres los cuales dolorosamente dilataban su pasaje para que la intromisión no fuera tan terrible como suponía. Y pidió, suplico desde sus adentros clamando porque se enterrara en él, gritó desgarradoramente un “Por favor hazlo” que quebró toda esa atmosfera que había sido creada con entusiasmo y amor. Porque ya nada mas existió allí, ya nada era suficiente para aplacar las emociones que se arremolinaban en su interior y decidió hacer, lo penetró con lentitud repartiendo frenéticos besos por esa suave espalda y juntar sus manos en un apretón asfixiante. Allí se dio cuenta que la intromisión era realmente dolorosa para el menor y quiso detenerse, quiso parar antes de provocarle algún tipo de daño a la persona que comprueba, es la mas importante de su vida.

- N-No! Ahhhh!! Hazlo… házmelo amor… quiero que me hagas el amor… - apretó sus puños con mas locura arañando realmente sus pieles y hundiendo su rostro en el colchón, derramando las lagrimas allí para que el pelinegro no las notara y maldiciendo por lo bajo ese terrible dolor que inundaba su entrada como rayo y parecía veneno esparciéndose por sus venas. Tragó duro, el mayor tomo aire y no pudo evitarlo, necesitaba enterrarse mas en el como fuera posible y esas suplicas fueron las necesarias para no desistir de ello, así que besando aun con mas amor su espalda y cuello se enterró por completo, sintiendo como esas virginales paredes se habrían paso en una primeriza intromisión recibiéndolo con la calidez de la humedad y la sangre en sus tejidos. Ambos gritaron, y él también lloró, Yoochun también derramo lagrimas ante tal acción porque pareciera como si todo lo malo de su vida y sus pensamientos desapareciera, ya que no podía negar el hecho de que ahora era uno solo con su pequeño, nada podría separa usa unión que acababa de nacer.

- Su…ahhh… estas bien?... – preguntó falto de aire mientras esperaba a que el menor se acostumbrara a la penetración.

- Nunca estuve mejor… - ladeó el rostro observando el seco recorrido de las anteriores lagrimas del mayor, y comprobó que nada podía ser mas perfecto, esa sonrisa era lo único que necesitaba para enfrentarse al universo. – muévete… -

Y volvió a hundir su rostro en esa almohada con el olor a su delicado aliento, con esas mordidas marcadas y los gemidos ahogados que se perdían en ella. Pero nada fue mejor, esa erección golpeando su trasero le nubló los sentidos y el dolor escapaba furtivamente dando paso al placer y la locura del acto realizado, viéndose ahora mas excitado que en un principio.

- ahhhhh!! mngghhh!! … Junsu… ahhh!! – a medida que se enterraba en él gritaba, gemía, gimoteaba entre gotas y agradecía a alguien que le hubiera regalado lo que allí sucedía, ese ser hermoso que se entregaba a él como nadie, ese pequeño que escondía sus gritos y lagrimas en la almohada pero que de a momentos giraba su rostro mientras era penetrado ferozmente para besar sus labios y alimentarse con la humedad de su boca, mordiendo sus labios y regalándole palabras de un amor infinito que recién comenzaba y no acabaría nunca. Ese amor que jamás pensó conseguir y ahora arrullaba entre sus brazos, con esos fluidos que ahora dejaba en el interior de Junsu marcándolo como suyo para siempre.

La habitación recibió ese grito con gozo y un rayo fuera de la casa hizo acto de presencia, mas cuando mientras el interior de Junsu era inundado con el caliente liquido por la ventana podía notarse ese rayo de luz que iluminó sus cuerpos celestialmente y les mostró la realidad de lo sucedido, de que ahora, eran uno solo. Y permanecieron sin moverse unos largos minutos, solo acariciando sus manos y besándolas furtivamente, riendo ante los susurros y mostrando lo perfecto de la situación.

El sonido de la lluvia los alarmó y el mayor delicadamente comenzó a salirse del interior del castaño, viendo como el rojizo semen mezclado can la sangre manchaba sus piernas, y quiso limpiarlo pero unos brazos lo impidieron, esos mismos que hicieron que caiga entre los acolchados con un peso sobre su cuerpo y esos labios besándolo tiernamente; lo abrazó como si en ello se le fuera la vida mientras lo acomodaba espaldas a él y sobre sus piernas, repartiendo besos ahora sobre sus castaños cabellos y ambos observando las gotas caer fuera del cristal, escuchando el chipotear de las olas y llenando sus pulmones de aire como nunca lo habían hecho, con una tranquilidad infinita.

- Te Amo… - balbuceó el castaño a medida que era acariciado por esas manos con delicadeza y ternura.

- Te Amo Junsu ah… - respondió sin miramientos volviéndolo a besar, aliento su piel que contenía el aroma a sus cuerpos y jugando con esa lengua que no tenia comparación, pensando con tranquilidad ahora, sintiéndose mas fuerte que nunca ante las decisiones y teniendo un sostén que desde ese momento estaba seguro lo acompañaría en su vida, es sus alegrías y tristezas hasta cuando dejen de respirar, porque así lo decidió y no había vuelta atrás. - Yo… - y el brillo en sus ojos desapareció alarmando a un castaño que buscaba con sus castos besos transmitir tranquilidad pero sobre toda las cosas, confianza… - …Me casaré dentro de tres semanas… - costó horrores pero pudo confesar eso que aprisiona su alma.

Y ya nada fue tan dulce como el comienzo, nada podría sanar la amargura de sus lágrimas mientras se acurrucaba mas en el pecho de Yoochun, mientras clamaba por una explicación que le devuelva la vida que se le estaba yendo con esas palabras.

- Alejémonos… alejémonos de todo… Podemos volar Junsu ah… May fly…-

Y recibió esa calida sonrisa que creía mágica y curó sus heridas en un santiamén, porque se volvieron a besar como antes, porque las lagrimas ya no eran de tristeza y todo demostraba que se encaminaban hacia un futuro incierto lleno de piedras y oscuridad pero que nada mas podría vencerlos ni separarlos.

Esos pétalos de rosa sobre las sabanas eran testigo fiel de ello…




OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO



Apartó la vista de la lluvia secando esas propias gotas calidas que escaparon de sus ojos inconcientemente. Miró hacia el cielo agradeciendo una vez más y encaminándose hacia el baño para lavar su rostro, no podía permitir ser visto en ese estado aunque fuera de pura felicidad. Y los pasillos le parecieron extraños de un momento a otro, un mal presentimiento lo acosó y no supo por qué. Incluso prefirió omitir cualquier pensamiento que arraigaba esa sensación y supo que no estaba en lo cierto cuando sus ojos se toparon con los de una niña en el cuarto de baño, llorando desconsoladamente y sorprendiéndose al verlo, clavando sus ojos en los de él y asustándolo gracias al sentimiento oculto en esa mirada.

Allí comprobó que ese mal presentimiento no podía ser omitido.



CONTINUARA...







*_______* que me dices?? <3333
espero guste mi yoosu *o*

----------------

5 ♥Comentarios♥ :

Anónimo dijo...

waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, esta increible pobrecito de yoochun pero ahora ke ha encontrado ha Junsu todos esta kkk

Anónimo dijo...

Miraiiiiiiii te lei en el sujuclan...y ame este fic!! de verdad q la forma en que lo describes es espectacular :-D
Pero...porque no lo has actualizado T____T
Porfisssss actualizalo pronto!!!

Anónimo dijo...

fue fantastico me dejo cautivada espero que lo continues muy pronto lo esperare pacientemente. pero porfa no demores siiii. gracias por tu esfuerzo ¡FIGHTING! katyna PD: espero que no le pase nada a mi junsu ¡¡¡POR FAVOR !!!! de solo pensarlo me angustio . gran fic

★Sadistic H E R O☆ dijo...

¿Entre las chicas de la clase no había ninguna yaoista?

Yuyii dijo...

waaa contiiiiii !!! me reenkanto
omo que sera ese presentimiento de junsu:b !!
OMG k no sea esa chica obsesionada con chunie--waaaaaaa continualo baby !!
^^ byebye !!

:a   :b   :c   :d   :e   :f   :g   :h   :i   :j