20 ago 2009

Lies and Secrets (cap 6)

Lies and Secrets
Capitulo 7




-ahhm… hm… mhh… Hirai espera… ahh… duele… -pero el chico estaba tan concentrado en el placer que en ese momento sentía que no podía detenerse

-solo… hhmm… solo un poco… mas… -y siguió sus embestidas adentrándose aun más profundo en el menor

-pero… hhm… mh… hmm… -y en pocos minutos el chico se derramo en Junsu llenándolo con su semilla –ahhff… -respiraba trabajosamente el chico

-lo siento –se disculpo el chico antes de recostarse en la cama junto con el menor

-espero que esta vez sí funcione –aquella simple frase lleno la habitación de frio, los ojos de Hirai se entristecieron y no pudo más que levantarse sentándose en aquella gran cama mientras veía a un Junsu sudado y jadeoso

-¿eso es lo único que te importa? –pregunto intentando que su voz no sonara tan dolida

-es por eso que nos casamos… para tener hijos –dijo el chico sin atreverse a mirar a su amigo

-ya veo… -y sin más se recostó en su lado de la cama para así poder descansar e ir al trabajo la mañana siguiente

Pocos días habían pasado después de aquella noche, Junsu ya se encontraba en el baño de su habitación con una prueba de embarazo que al igual que las otras salía como negativo.

-otra vez nada… -sin más el chico se sentó en la taza del baño observando aquella maldita cosa que le decía aun no estaba embarazado –porque… -comenzó a derramar lagrimas mientras aventaba aquella cosa al cesto de basura fallando el tiro –no podre… no podre soportar esto mas…

-¿Junsu? –se escucho una voz desde el otro lado de la puerta

-si… pasa –dijo con la voz un poco quebrada

-¿Qué haces ahí?

-me hice la prueba de embarazo –el más grande lo vio un poco ilusionado –nada…

-ya veo… Junsu… las cosas no están para nada bien, me refiero, ya llevamos más de un año casados y aun no… aun no te has embarazado –dijo el chico haciendo para un lado al pelirrojo y sentándose junto a el

-lo sé, pero… no tengo ni la menor idea de porque… de porque no pasa nada yo… -comenzó a llorar nuevamente siendo abrazado enseguida por su esposo –ni siquiera sabemos qué dirán nuestros padres, como les vamos a decir que… que no he podido embarazarme

-no lo sé, amor… pero tenemos que hablar con mi suegro, mis padres están en Japón así que no creo que en estos momentos se preocupen mucho por esto… pero…

-si… lo aremos…


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-están bromeando, ¿cierto? –pregunto el señor Jung sin duda molesto

-claro que no estamos bromeando, padre… es la verdad, sino entonces porque aun no tengo la panza enorme, eh? –decía Junsu igualmente molesto por la forma en que su padre se tomaba las cosas –además, es mi cuerpo, si tengo hijos serán míos, no tuyos, no entiendo porque tienes que ponerte así, que tiene de malo si no tengo hijos –dijo aunque aquello también le dolía a él, porque él lo deseaba, de verdad quería ser padre y que mas que tener un hijo biológico, como se suponía tenía que ser

-pues si no estuvieras de regalado seguro que ahorita ya seria abuelo –toda la habitación se torno fría, el ambiente era tenso y Junsu ya sentía que derramaría lagrimas en ese mismo instante –quiero ser abuelo, hijo… tu al igual que YunHo, tienen que darme nietos

-igual… -hablo Hirai que asía poco había estado callado, veía a su esposo a punto de llorar y si algo odiaba, era eso –igual nunca está mal ir a un médico, no sé, podríamos preguntar la razón por la cual no podemos tener hijos y si de verdad es algo que no se pueda hacer naturalmente, podemos… bueno hoy día hay muchos tratamientos que se pueden seguir, podemos intentar eso de inseminación artificial –no podía creer que se había atrevido a decirlo, lo había estado pensando desde asía mucho tiempo

-¿estás hablando enserio? –pregunto el hombre pensando un poco en aquella opción

-si… señor… yo sé que esto suena un poco, no se desesperado, pero…

-está bien, creo que será lo mejor –el hombre volvió a sentarse en aquel escritorio -¿algo más? –podía odiar más a su padre, el menor fue el primero en salir molesto claramente por la poca importancia que le daba su padre

-con permiso –cortésmente el chico salió de la oficina de su suegro intentando alcanzar a su esposo –JUNSU!! –grito el chico tomando al menor del brazo

-… no puedo creerlo, a mi padre no le importaría si misteriosamente desapareciera y…

-Junsu… vamos, amor… si tú no quieres hacer eso de la inseminación, está bien cariño no es necesario, lo intentaremos de nuevo y tal vez en esta ocasión tengamos más suerte –decía el chico con las mejillas encendidas al pensar en lo que tendrían que hacer

-eres un pervertido –bromeo un poco el menor, había ocasiones en las que olvidaba por completo el pequeño detalle que se traba de su mejor amigo –digo –tocio intentando corregirse –mejor has la cita –y continuo caminando hacia el estacionamiento donde se encontraba el automóvil de Hirai

-¿estás seguro, Junsu? –Pregunto una vez más para estar seguro –escucha Junsu, si tú no quieres, no…

-está bien, si quiero intentarlo… -interrumpió el menor –está bien, mira yo se que tu al igual que yo queremos salir de esta presión, es cansado tener que hacerlo solamente por el hecho de embarazarme y que nada pase… estoy cansado, así que creo que lo mejor será que hagamos eso de la inseminación artificial, está bien y ya sé que no lo habíamos visto como una opción pero, pero creo que será la mejor idea –se soltó del agarre del mayor y por fin subió al auto de este

-está bien, preguntare en el hospital –el auto arranco para que los dos chicos volviesen a su casa

-si…

Unas semanas después cuando los chicos ya habían hablado con el hospital al que toda la vida había asistido la familia Jung. El mayor había querido que le citaran con una doctora ya que para nada quería que un tipo tocara al pelirrojo, pero lamentablemente no había muchas personas que se dedicaran a eso y la persona a la que los habían designado sin duda era el mejor doctor en aquel ramo, que aunque no tenía mucho en el trabajo era simplemente inteligente. Los chicos se preparaban para el día en el que les habían dado la dichosa cita y aunque Junsu aun no se sentía del todo seguro, estaba dispuesto a ir con tal de que lo dejaran en paz por tan solo un momento con eso de los bebes, embarazos y tener muchos hijos. No era como que no deseara tener uno, pero es que entre su padre e Hirai, lo tenían arto con ese tema.
El mayor también se sentía un poco nervioso, esos tratamientos nunca son completamente eficientes pero confiaba en que el doctor este lo lograría, pocos días antes había tenido una discusión con Junsu acerca de quién era el que no podía dar hijos si él o Junsu. Pero después de algunos gritos y un poco de llanto, Junsu había convencido al mayor sobre que no se hiciesen esas pruebas y simplemente continuaran con la inseminación, Junsu estaba 100% seguro que él era el problema y aunque Hirai quería dudar, aquello era lo más seguro.

El auto del mayor salió por fin de la mansión Ikeda asía aquel hospital y después de casi media hora, los dos chicos ya se encontraban frente al gran edificio en aquel estacionamiento subterráneo. Junsu bajo lentamente como esperando alargar aquella salida, normalmente no salía mucho y desde que su padre le había prohibido trabajar, no tenia realmente mucho que hacer. Minutos más tarde ya se encontraban con la recepcionista preguntando del piso y la habitación a la que tenían que ir.
Antes de entrar los dos chicos respiraron intentando aparentar ser el típico matrimonio feliz que con todas sus fuerzas desea tener un bebe propio, entonces ahí estaban frente aquel escritorio y aquel chico pelinegro que en aquel momento usaba lentes.

-buenos días –saludo cortésmente el médico –soy el doctor Park Yoochun y según esto usted es Junsu Ikeda e Hirai Ikeda –cuando lo dijo miro a la persona de la que se hablaba

-sí, buenos días–contestaron los dos chicos ya cada uno en una silla

-bien, según lo que me dijeron ustedes vienen por lo de la inseminación –el pelirrojo asintió –bueno, como saben este tratamiento es tardado y se requiere de mucha paciencia, están seguros que quieren seguirlo –Hirai observo a Junsu por un momento pero el solo asintió nuevamente –pues me alegro de eso, ¿quieren que comencemos desde ahora?

-sería lo mejor –comento Hirai

-comenzaremos revisando al señor –se dirigió a Junsu –también me dijeron que no querían saber quien no podía procrear, pero yo necesito saber por lo menos si su cuerpo se encuentra en perfecto estado para seguir el procedimiento más seguro que tenemos –el japonés no pudo evitar sentirse celoso por el chico, era apuesto, tenia carisma y revisaría a su esposo, revisaría su aparato reproductivo

-está bien –dijo el pelirrojo sin mirar al joven, sus ojos estaban un poco apagados y lo único que deseaba era salir de ahí

-entonces pase por aquí, regresamos en un segundo –le dijo al pelioscuro, mientras él y Junsu se metían en una habitación que se encontraba ahí mismo

Al entrar al lugar el doctor le indico al menor que se recostara en la camilla, que subiera su camisa y que desabrochara su pantalón, aquel pedido logro un sonrojo en el pelirrojo pero obedientemente hizo lo que el joven le había pedido.

-baja un poco tu pantalón, solo un poco –añadió sonriendo levemente al ver las mejillas del chico –no te preocupes, ¿nunca habías hecho esto? –pregunto para relajar aquel ambiente tan tenso

-no… -dijo tímidamente el pequeño

-bueno, pues de ahora en adelante tienes que acostumbrarte porque te estaré chequeando constantemente y si el tratamiento funciona pues seguiremos haciéndolo –sonreía mientras sacaba algo de un cajón y acercaba una maquina al lugar –te pondré esto en el vientre, sentirás algo de frio –y como dijo aquella cosa parecida a un gel fue puesta en su tripa. Un pequeño aparato era pasado por ese lugar mientras que el chico revisaba en la pantalla –bien, eso es todo –dijo después de haber pasado aquello por todo el lugar. Después de limpiar al chico le indico que podía levantarse –aparte de esto te are unos estudios, son de rutina así que no hay porque preocuparse –nuevamente sonrió

-gracias… cree que esto de verdad funcionara –pregunto con los ojos fijos en el rostro del doctor

-pues si todo sale bien, si… vamos con su esposo –después de que el pelirrojo arreglo sus ropas los dos salieron encontrándose a un ansioso Hirai –listo señor Ikeda –le dijo el chico –en poco tendremos los estudios que le aremos al joven, antes de irse van al laboratorio del hospital, cuando tengamos esto podremos seguir con usted joven –se dirigió al japonés

-¿conmigo? –pregunto el pelioscuro

-sí, tenemos que revisarlo, además según lo que se, usaremos su esperma, ¿cierto? –el chico asintió rápidamente –igual tendrá que hacerse unos análisis, aquí –extendió una receta que había estado escribiendo –muéstrenle esto a la enfermera del laboratorio y pues… cuando tenga eso creo que podremos seguir con el tratamiento –los dos jóvenes se levantaron de la silla para poder salir del lugar

Saliendo de ahí los chicos fueron al laboratorio donde hicieron todo lo que la enfermera les había indicado, poco después ya se encontraban nuevamente rumbo a su casa. Hirai aun tenia duda de lo que habían hecho mientras estaban en aquella habitación pero no se atrevía a preguntar porque sabía que Junsu odiaba que lo celara, pero es que simplemente era imposible y se sentía muy intimidado por aquel chico, era demasiado perfecto por así decirlo.

-amable el doctor –menciono el chico viendo que el pelirrojo sonreía levemente

-lo es… -fue su corto comentario

-espero que las cosas salgan como lo deseamos –siguió hablando el chico

Unos dos días después los chicos ya se encontraban nuevamente en el hospital ya con los análisis en las manos de Yoochun, después de revisar y hablar de aquello, todo quedo listo e incluso ya tenían el esperma del mayor, las cosas serian un poco complicadas y por el sexo del pelirrojo necesitaba estar siendo chequeado constantemente más o menos una vez al mes o dos, según fuera yendo el tratamiento.

Cuando las cosas ya estuvieron marchando más o menos bien, unos negocios se le cruzaron a Hirai razón por la que tuvo que salir del país. Junsu seguía yendo al hospital pero hacia no muchos días había discutido con su padre más fuerte de lo normal, se sentía mal por eso pero aun así tenía que seguir asistiendo con el doctor Park.

-pues, seguiremos con esto… lamentablemente aun no ha pasado nada pero hay que seguir intentando –decía alegremente aun que su sonrisa desapareció cuando noto el rostro del pequeño, parecía cansado seguro que no había dormido bien, además podía notar que se encontraba triste, pero no precisamente por tener que seguir con el tratamiento después de que no hubo resultados buenos en ese tiempo –tiene un rostro hermoso –menciono ganando la atención del pelirrojo –para estar con ese ánimo… puedo saber que le pasa –pregunto respetuosamente esperando que el chico le dijese lo que le estaba preocupando

-son… son problemas personales –dijo sin intención de ofender al otro

-ah, perdón por preguntar, soy un…

-no, no quise decir eso… -lo interrumpió rápidamente el chico, sintiéndose un poco culpable por el tono en el que hablo -discutí con mi padre pero no creo que mis tonterías le interesen, es algo de verdad complicado –añadió sonriendo levemente para calmar un poco la preocupación del chico

-ya veo… mm… bueno, que le parece si hoy lo rapto por unos minutos –Junsu se quedo completamente confundido, había escuchado bien – ¿no quieres? –pregunto

-¿raptarme? ¿A dónde? –se atrevió a decir aun algo sorprendido

-bueno estaba pensado que tal vez a tomar un café, o una malteada, o tal vez por un helado, sabes aquí cerca hay una cafetería con muchas cosas deliciosas –se notaba su emoción seguro que deseaba salir del lugar y des estresarse por un momento

-jajaja… un helado estaría bien –sonrió el chico

-bien, en esa cafetería que te digo, hay de todo, así que iremos ahí –saco su bata dejando también sus lentes y gafete en el lugar

-pero… mi esposo… -susurro no sabiendo que hacer, si Hirai se enteraba seguro que le armaría una escenita y era lo que menos quería en aquel momento

-ah, ya veo… no, está bien… ya iremos otro día…

-vamos, si quiero ir –interrumpió el chico –no creo que se moleste por ir a comer un helado, además ni siquiera creo que se entere –seguía sonriendo el pelirrojo, ahora decidido a ir con el doctor

-¿seguro? –pregunto una vez mas

-si… además me encantaría relajarme un poco

-bien, entonces vamos –y tal vez fue por impulso pero al momento en que el pelirrojo salió de su silla, el doctor tomo al chico de la mano sin preguntar absolutamente nada

Junsu tenía las mejillas hasta el tope, sentía la mano de Yoochun apretar la suya, era tan cálida, se sentía tan seguro con él. Siguieron caminando sin importarles que la recepcionista los viera de aquella manera, pero igual la chica no tenía nada que reprochar o algo por el estilo.

-que lindos que se ven juntos –se atrevió a decir cuando los dos chicos ya se encontraban fuera del edificio –se ve mejor que con su esposo… espera, su esposo, ah… -ahogo un grito –el doctor sexy y el señor Ikeda están engañando al esposo… -seguía diciéndose analizando a los jóvenes –esto se pondrá muy bueno –y así siguió leyendo aquella revista de chismes y espectáculos

Cuando los chicos salieron por fin del edificio subieron al auto del pelinegro, el lugar no se encontraba tan lejos, pero aun así no era algo bueno irse caminando con el calor que últimamente estaba asiendo. En el auto los chicos se quedaron en silencio, al momento que tuvieron que soltarse la mano no pudieron evitar mirarse fijamente y sonrojarse fuertemente por aquel momento tan… vergonzante.

-y… -intento hablar el menor -¿tiene esposa, o esposo? –pregunto aun con aquel carmesí en las mejillas

-no… termine mi carrera hace unos cuantos años, aun tengo que seguir estudiando e informándome de las nuevas innovaciones medicas, no es muy fácil mantener una relación de esa forma, quiero decir por lo menos no una de noviazgo… y sin noviazgo no hay matrimonio según mis creencias –termino dando vuelta en una esquina

-pues yo me case y eso que nunca había tenido una relación con mi esposo, un día llegue del trabajo y mi padre me dijo que me casaría con mi mejor amigo… supongo que eso del amor verdadero no es siempre cierto –su vista permanecía en la ventana observando a las personas caminar tranquílame

-vaya, una vida difícil, eh… eres súper millonario según tengo entendido… entonces creo que no es nada del otro mundo en tu sociedad…

-pues no, no lo es… supongo que mi papa no quería que las personas hablaran de su hijo por ser un promiscuo –decía casi como si hablara de cualquier cosa

-¿perdón? –pregunto sin entender a que se refería

-ah… no, no nada jajaja… -el semáforo estaba en rojo y ese momento lo aprovecho Yoochun para ver a los ojos al pelirrojo

-como que nada… te entendí bien y me dijiste que tuviste tus aventuritas por ahí

-bueno… algo así, ¿no te molesta? –porque su expresión no era precisamente de asco o desaprobación

-claro que no… para empezar soy tu amigo, no tu padre o algo así, además te entiendo, yo también salí con muchas personas, no hay de que apenarse –el menor sonrió algo divertido, nunca nadie le había dicho algo así, ahora que lo pensaba el único amigo que había tenido era Hirai y el siempre lo estaba cuidando como si fuera un niño pequeño

-me alegra eso, aunque desde entonces estoy… como decirlo, aprueba con mi padre, nada del otro mundo, aunque si me encantaría volver a ser libre jajajaja –comenzó a reír como loco

-¿pasa algo? –ya a segundos del café a dónde irían

-somos amigos… -sonrió -¿verdad?

-por supuesto que lo somos

-genial porque si no me sentiría como un idiota contándote sobre esto, ooh… ¿este es el lugar?

-sip, es hermoso, ¿verdad? –Sonreía al ver la cara ahora más alegre del chico –vamos…

Después de un gran día, donde los dos chicos estuvieron sonriendo y divirtiéndose como locos, volvieron al hospital ya que en el lugar se encontraba el automóvil del pequeño. Junsu se sentía muy feliz de encontrar a alguien que pensara de aquella forma, alguien con quien se la pasara de maravilla y que no le criticara por sus pequeños errores. Extrañamente el chico le causaba algo, algo que no lograba entender, era guapo, simpático, inteligente, pero aun así había algo más allá de eso que le encantaba.

-muy bien, nos vemos el próximo mes –decía sonrientemente

-si… -un poco triste –bueno adiós…

-si…

El menor salió del edificio en dirección a su mansión, para así descansar un poco de aquel increíble día. Al llegar a su casa se encontró con el auto de su esposo ya en el lugar cosa que lo dejo un poco confundido, no le prestó mucha atención y mejor entro a la casa esperando que simplemente hubieran traído el auto por alguna otra razón.

-señor –saludo el mayordomo

-hola, ¿Por qué esta el carro de mi marido aquí?

-porque ya llegue, amor –aferrándose al cuerpo de su pelirrojo por la espalda

-me asustaste… -mas que sorprendido -se suponía que regresabas mañana –el mayor se acerco a él para así poder besar aquellos labios tan dulces

-ven, vamos a sentarnos –mientras ya lo estaba jalando para que se sentase con él en uno de los sofás

-¿estás cansado? Seguro que sí, porque no mejor vas a descansar –sabia que algo le iba a preguntar, no quería que en aquellos momentos arruinase el gran día que había tenido con el doctor

-Junsu, ¿Dónde estabas? –pregunto más que molesto, según sus cálculos debía de haber llegado a casa hacia más de cuatro horas

-en el medico… -contesto con la voz algo nerviosa

-el médico, Junsu… mira estoy siendo muy amable contigo, por favor no me mientas y dime dónde estabas

-Salí, ok… después de ir al hospital quise dar una vuelta, fue a un café después al parque, estuve ahí viendo y hablando con una señora que traía a sus hijos en aquel lugar, no fue nada del otro mundo solo, solo tenía ganas de despejarme un poco, no tiene nada de malo… además… por si no lo sabes soy tu esposo no un prisionero que no puede salir a ningún lugar sin tu autorización –reclamaba el chico cansado de aquel encierro

-Junsu… sabes que las cosas no son así… yo…

-no son así, por favor, mi padre te dijo que me cuidaras, es que el no confía en mí y cree que en cualquier oportunidad me iré a acostar con quien se me cruce por enfrente… sabes yo se que fui alguien muy… muy liberal pero eso no quiere decir que tuviera relaciones con gente que ni siquiera conocía yo… por favor confía en mi…

-Junsu, no es que no confié en ti, tú eres un chico muy maduro y yo se que sabes lo que haces es solo que… hay personas malas que… -como le podía decir a Junsu que había personas malas que fingían lo contrario y dado que él era tan ingenuo, siempre caía –dejémoslo así Junsu, confió en ti, perdón por haberme puesto de esta manera, de ahora en adelante saldremos mas tu y yo

-si… ven vamos a descansar seguro que debes de estar agotado…

-bueno, más que cansado… -con voz seductora que aria caer a todas las chicas y chicos que lo conociesen –estaba ansioso por verte –sus labios comenzaron a atacar el delicado cuello del pequeño logrando algunos gemidos en el

-no… no puedo –el mayor se sorprendió un poco, desde la primera vez que lo habían hecho nunca lo había rechazado

-¿Por qué? ¿Estás bien?

-si estoy bien es solo que, es solo que el tratamiento es algo cansado, no sé porque pero me quita un poco las energías, hoy no puedo –se levanto logrando que el otro también se pusiera de pie para así llevarlo hasta la recamara a que tomara una siesta

-claro, amor…


**********
Nuevamente los problemas habían llegado a la mansión de los Ikeda, Junsu estaba cayendo en una depresión increíble al sentirse tan encerrado, su esposo se la pasaba trabajando y viajando a Japón para así poder manejar la empresa de su familia adecuadamente. Por más que le rogara a su padre que le dejara volver al modelaje, este se oponía recordándole aquellas cosas que nunca, nunca le aria olvidar porque era una arma para que así el chico hiciese lo que a él le diera la gana. El tratamiento no requería citas muy seguidas pero aun así se moria por ir a visitar al doctor guapo y salir como aquella tarde para así poder olvidarse aunque sea solo por un segundo la desdicha que tenía que vivir.

-voy… no voy… ¿estará ocupado?... tal vez no quiera verme… quizás tiene muchas cosas mejores que hacer, tal vez una novia… pero el dijo que… bueno igual no tenía que decirme la verdad… pero quiero verlo… pero no hay razón para hacerlo… sus labios son tan, tan carnosos, tan rojos, tan… Hirai está de viaje, no tiene porque saberlo… pero y si Yoochun no quiere verme, pero yo quiero verlo… JUNSU QUE DEMONIOS…

-¿señor? –se escucho detrás de la puerta de su habitación

-ah, no pasa nada… oye, sabes que, voy a salir –tomo un pequeño suéter ya que el clima estaba algo fresco –si llama Hirai le dices que fui a ver a mi –pensó un poco –a mi tía si dile que fue a ver a mi tía, si no pregunta entonces –abrió la puerta de la recamara –no le digas… bueno nos vemos y vuelvo luego

La chica no dijo nada mas, solo miro como su jefe salía corriendo y seguramente tomaría aquel auto nuevo que había comprado no hacía mucho.

Pasando algunas señales de altos en su camino el chico conducía como si de eso dependiera su vida, casi en pocos minutos ya se encontraba en el estacionamiento del gran hospital. Camino rápidamente pero antes de llegar con la recepcionista, se detuvo para poder respirar y relajarse, estaba algo agitado y por suerte no había sudado en ese pequeño tramo de escaleras. Arreglo su cabello y ahora si se acerco a donde la señorita.

-hola… ¿se encuentra el doctor Park? –pregunto rezando para que no notara su desesperación por verlo

-sí, claro que se encuentra, pero hoy no tiene cita, señor…

-si lo sé, crees que me podría atender o está muy ocupado –seguía preguntando

-pues ahora está con un paciente pero en unos minutos termina y… -reviso en la computadora para ver si no había alguien más en la lista –no, ya no tiene a nadie más, puede esperar si quiere y yo le pregunto al doctor si puede atenderlo –el pelirrojo asintió y espero a que la señorita llamara al chico para poder saber si valía la pena quedarse o si era mejor irse y verlo otro día –bien, dijo que con gusto lo atenderá…

El pequeño sonrió complacido y sin más se quedo esperando a que aquella o aquellas personas saliesen de la consulta y poder ver a Yoochun, si, estaba demasiado ansioso, ¿Por qué se sentía así? Le gustaba de eso no cavia duda, pero había algo más que le atraía de aquel hombre, había algo que nunca había sentido con ninguno de los chicos con los que salió ni siquiera con Hirai y… espera, en aquel momento recordó a su ex-novio, se sentía como con él, no tan fuerte como su gran y como él decía ultimo gran amor, pero sin duda era una sensación muy parecida a aquel chico que lo llevo a ese estúpido matrimonio.

-¿amor? Estoy enamorado de el cómo lo estuve de… no, no puedo, nadie será tan importante como el, nadie puede… no puedo… -se reprimía porque asía algún tiempo había jurado no volver a enamorarse de alguien como lo había hecho de el

-bien, ya puede pasar señor Ikeda –la chica seguía sonriendo sabiendo lo que pasaba en aquel lugar, porque podía notar la forma en la que el doctor veía al chico y la forma en la que el pelirrojo se ponía cuando estaba junto al otro, además esta repentina visita sin duda la había sorprendido

-gracias, nos vemos luego –sonrió más que contento, de un momento a otro al sentir que por fin podría ver a Yoochun su mente se despejo y comenzó a pensar solo en el chico, solo en el

En esta ocasión ya no vio necesario correr ni nada por el estilo, caminaba por el pasillo hasta que encontró el elevador en el cual aprovecho para poder mirarse en ese espejo enorme que se encontraba en aquella caja. Su cabello estaba bien, su ropa en su lugar, su rostro parecía estar perfectamente. Suspiro una última vez antes de salir de ascensor y caminar hasta la puerta del consultorio del doctor más sexy del mundo.

-adelante –dijo una varonil voz desde el otro lado de la puerta –buenas tardes, Junsu sshi…

-buenas tardes… ah… -los nervios le abordaron y el no podía más que temblar sin atreverse a sentarse en aquella silla frente a su escritorio

-¿Junsu? ¿Te sientes bien? –se levanto el chico al ver como aquel comenzaba a ponerse pálido y sus piernas tambalearse

-sí, estoy bien –pero aquellas palabras no fueron impedimento para que el mayor se acercara al otro e intentara sentarlo en aquella camilla donde revisaba a todos sus pacientes

-pues no luces como tal, déjame te hago un chequeo rápido –movió su estetoscopio para poder revisar el corazón del pequeño, sus ojos se abrieron de sobremanera al escuchar este latiendo rápidamente, demasiado agitado para gusto del doctor -¿corriste, o hiciste algo? –pregunto para estar seguro que aquello no era causante de alguna enfermedad o una reacción del tratamiento

-bueno… no es eso yo… -quito bruscamente aquel aparato de su pecho -es que… es que estoy algo nervioso, eso es todo –el mayor sonrió dulcemente, si tenía que ser eso, podía notar como las mejillas del pelirrojo se sonrojaban y algo en su estomago se oprimió

-bien, pero, si no está enfermo, entonces… y no es que lo corra pero ¿Qué es lo que hace aquí? –sonriendo para que así el pequeño no se lo tomara de mala manera

-yo… bueno lo que pasa es que, me divertí mucho el otro día y yo… no sé porque pero quería verte –bajo su cabeza con el rostro ardiéndole intensamente

-ya veo, entonces… ¿quería que saliéramos otra vez?

-¿estás ocupado?

-pues ahora no, pero la verdad es que tengo que seguir trabajando, igual podemos hablar aquí –no eso no… pensó Junsu, como podía concentrarse si solamente se encontraban ellos dos ahí solos y su temperatura no dejaba de subir a cada momento

-si está bien, Yoochun… -los segundos paraban y aquella pregunta no dejaba de abordar la mente del pequeño… -¿alguna vez te ha gustado alguien… alguien con pareja? –pregunto con los ojos un poco dilatados

-no, la verdad nunca me ha pasado algo así –“esa no era la pregunta” la pregunta que en realidad quería hacer era si él le gustaba, aunque estuviera casado

-ya veo… -sus ojos se detuvieron en los carnosos y rojos labios del chico, quería tocarlos, dios de verdad que quería tocarlos, y esta era la primera vez que deseaba a alguien de aquella manera, porque con todas las personas con las que había salido aquellas le buscaban o iniciaban la relación, incluso con su primer amor

-¿te encuentras bien? ¿Te sientes amerado? ¿Tienes temperatura? –coloco su mano en la cabeza de este para corroborar esto, pero no era precisamente esa la parte del cuerpo del chico la que estaba ardiendo

-yo… -lo sentía, su virilidad estaba despertando y sentía como esta palpitaba preparada para hacerse más grande y dura –yo… ahm… -gimió casi inaudiblemente pero dado la corta distancia en la que se encontraba con Yoochun este pudo escucharlo

-¿Junsu? –su mirada revisaba el cuerpo del más pequeño que seguía sentado en aquella camilla sin poder moverse –que… -se quedo pasmado cuando vio la erección del señor Ikeda, su miembro estaba tan despierto –Junsu, que… -miraba el rostro sonrojado del chico y aquella parte de su cuerpo

-Yoochun… por favor, escucha… tu me gustas –dijo por fin notando la sorpresa en los ojos del doctor

-¿Qué estás diciendo, Junsu?

-que me gustas, que te deseo, que… te quiero…

-pero, Junsu tu estas casado y yo… yo soy tu doctor

-no me importa, por favor dime que no sientes nada por mí, mírame a los ojos y dime que no te intereso en absoluto –los ojos del mayor se posaron en los de Junsu, era verdad desde que lo vio algo le cautivo en el chico, no era su belleza, ni su timidez… aquellos ojos, aquellos hermosos ojos

-pero no es también, aunque yo sienta algo por ti, no está bien…

-no me digas eso, mira como me pone el solo verte así… -porque aquella camisa con los primeros botones desabrochados era demasiado excitante –no me hagas esto

-y que quieres… pretendes engañar a tu esposo conmigo… -el pelirrojo asintió sintiendo la mirada confundida del mayor

-el no se enterara… si no quieres arriesgarte no tienes que hacerlo hasta ese punto, seremos amantes, no tiene que haber responsabilidades –sus manos se posaron en los hombros del doctor mientras su rostro se acercaba al del otro intentando besarlo pasa saciar aquellas ganas del otro que tenia

-Junsu… las cosas no son tan sencillas… -pero no tenía más sentido hacerse el tonto, lo deseaba, deseaba besarlo y quería hacerlo completamente suyo, desde el primer día que lo había visto lo había querido

Las algo sudorosas manos del mayor fueron a parar al rostro del pelirrojo para así poder devorar aquellos rojos labios de cereza que reaccionaron al instante con su contacto. Sus rostros se movían rápidamente probándose y no queriendo dejar ir aquella delicia que eran merecedores de probar. Dado que el mayor se encontraba en una posición más cómoda, podía controlar aquellos labios y aquella lengua que no dejaba de moverse posesivamente sin dejarle respirar ni un solo segundo. Como no había visto a aquella persona tan candente en aquel tímido chico pelirrojo de ojos tristes…
No había necesidad de mas palabras, no necesitaban más razonamientos para aquello que los quemaba intensamente, y no era que solo se necesitaran físicamente, no… había algo mas, un sentimiento que había crecido desde aquella primara y cómoda conversación que habían tenido.

El mayor sentía la erección del más chico pegarse a la suya y como esta endurecía a cada segundo con aquel sutil pero excitante contacto. Sus manos parecían entumecerse sin hacer nada, quería moverse y tocar todo ese hermoso cuerpo que moría por conocer, asiendo caso a su deseo, comenzó a quitar aquella camisa sin importarle que los hilos de los botones se aflojaran ni mucho menos que estos saliesen de aquella prenda, lo único que tenía en mente y que podía ser importante, era quitarla de aquel perfecto cuerpo que temblaba cada que su mano pasaba por su ahora semidesnudo cuerpo.

“no es justo” claro que no lo era, el mayor tenía el privilegio de ver su cuerpo pero el también moría por hacerlo, no era su estilo ser muy activo por así decirlo, cuando tenía sexo, pero sin duda esta ocasión lo ameritaba.

Sus temblorosas manos llegaron hasta la bata del doctor la cual fue fácilmente removida, era cansado y un poco molesto tener que retirar las manos del otro cuerpo en el momento que sus prendas eran removidas. Cuando el menor ya estuvo completamente sin aquella camisa, se concentro en remover la del pelinegro la cual desabotono rápida pero tontamente al sentir los nervios invadir su mente cada que sentía aquellos dedos tocar sus tetillas tan deliciosamente, tan placenteramente…

-ahm… Yoochun –se atrevió a gemir el nombre del mayor que en aquel momento lo estaba volviendo más que loco

¿Por qué demonios tenía que pellizcar de esa manera sus dos rosados botones? Nunca en su vida se había sentido de aquella manera con ese simple contacto, era como si esas manos quemaran todo su cuerpo.

Por fin tenía al chico sin aquella molesta camisa y podía besar aquel cuello con la completa libertad que el mayor le daba. Sin esperar más el mayor empujo al chico para que se recostara en aquella camilla donde desde asía algún rato había estado sentado. El botón del pantalón del menor era desabrochado rápidamente bajando al instante aquel zipper que para nada le dio problemas, la posición en la que se encontraban no le permitía quitar aquel pantalón azul del más hermoso cuerpo que alguna vez haya visto. Se levanto de la camilla para así poder bajar aquella prenda la cual se trajo también la ropa interior que ahora se encontraba en el suelo con la ropa que ya se habían quitado. El momento en el que se encontraba debajo de aquel cuerpo, el mayor aprovecho para así poder quitar sus propios pantalones y quedar ahora si completamente desnudo y mas que excitado.

-ahhm… -seguía gimiendo el menor al sentir el miembro del doctor restregarse con el suyo dándole un placer increíble y tortuoso –Yoochun… quiero sentirte –pidió mas que desesperado

-yo también, pero… espera unos segundos más… quiero probarte… -su cuerpo fue levantándose del otro agachándose para así poder quedar frente a la hombría del más sexy pelirrojo que alguna vez en su vida haya visto –solo un poco mas… -fueron sus últimas palabras antes de lamer lenta y pausadamente la virilidad de aquel que en aquel momento se estaba convirtiendo en su amante

-ahhmm… -un sonoro gemido salió de sus labios al sentir aquella húmeda lengua sobre su endurecido miembro –hmm… Yoo… Yoochun hmm… -mientras su boca engullía aquel delicioso pedazo de carne, sus manos se encargaban de tocar las piernas que ahora temblaban más intensamente del pequeño

Otro fuerte gemido escapo de su boca cuando el doctor comenzó a acariciar sus testículos haciendo que algo demasiado extraño despertara en todo su cuerpo, no podía parar de decirlo, aquello era completamente distinto a todas aquellas veces de simple sexo que había tenido.

“dios… es delicioso” pensó el pelinegro al no poder hablar ya que su boca estaba demasiado ocupada probando aquel sexo y su pre-semen por demás rico, por demás adictivo.

-basta… hhmm… por favor… no quiero terminar… hhm… aun…

Sin prestarle atención, el mayor continuo lamiendo y succionando la hombría del pequeño pelirrojo, hasta que por fin sintió como toda su semilla se derramara en su boca y sin esperar más, la trago incluso cuando aun salía aquel liquido blanquecino del sexo del menor.

-exquisito –murmuro el chico

-te dije que… que te detuvieras… -se quejo el chico con la voz agitada

-no te preocupes… ahorita hago que despierte nuevamente –sonrió subiendo hasta el rostro del chico para así besarlo y darle un poco de su propia semilla

-… -nuevos sonrojos aparecieron en las mejillas del menor –eres demasiado pervertido –dijo casi solamente para él, no se sentía aun con la confianza de decir aquel tipo de cosas, aunque si lo pensaba bien lo que estaba haciendo no era precisamente algo que debería con una persona que casi acababa de conocer

-lo soy… claro no con cualquiera… -sonrió para volver a masajear el sexo del chico que rápidamente volvió a tornarse duro y más grande

-ahora si… ahora si me dejaras sentirte –menciono el chico más que ansioso por sentir aquel prominente miembro en su interior

-claro… ahora es mi turno de disfrutar –sonrió una vez más acomodándose en aquella camilla para tener una mejor posición en esta

-yo también lo haré… -seductoramente porque sabía que teniendo a un buen amante, siempre el pasivo es uno de los que más disfruta, claro el presentía y por lo que ya había hecho con el chico, que sin duda el doctor era un maravilloso amante –pero… así como tú me hiciste sufrir… yo también hare que tu sufras –una sonrisa malvada salió de sus dulces labios antes de empujar al mayor para que este quedase sentado casi en la horilla de la blanca camilla

-… hhmm… -sintió como aquella lengua húmeda oprimía la punta de su sexo logrando un sinfín de exquisitas sensaciones –mhm… harás que termine demasiado… pronto… -aquellos jadeos eran por demás provocativos y le incitaban a morder y succionar aquel libido como si de su paleta favorita se tratara, incluso más delicioso que aquello

-¿te gusta? –pregunto rápidamente para seguir con su labor de lograr mayor placer en el pelinegro, quería extasiarlo no solo con su sabor, con su olor y con su textura

-hmm… -tenía que apretar tan placenteramente la cabeza de su miembro, aquello ni siquiera le dejaba responder a aquella pregunta que se moría por contestar –mmh…

-contesta… -pidió el menor con un puchero aunque poco duro ya que al ver la prominente hombría del pelinegro, temblando y mojada, continuo con su labor de hacerlo sentir bien

-hhmm… claro… claro que me gusta… -articulo con la voz jadeando

-… -el menor sonrió sin soltar al pelinegro que se movía en su boca casi inconscientemente

-eres increíble… hhm…

-tú eres muy rico… y… saladito –sonrió un poco al pensar en las cosas que decía, vamos él no era un chico así, tal vez era por eso que el pelinegro era diferente, o el hecho que el chico fuera diferente le había decir y hacer ese tipo de cosas

-date… date prisa… -gemía y jadeaba sin poder contenerse –ahh… si… así…mmh… Junsu… mi Susu…

-¿tu Susu? –pregunto esta vez mirando directamente a los ojos del chico

-claro, desde el momento en que me besaste te hiciste mío, y lo de Susu es de cariño… jajaja… no tienes porque sonrojarte… ¿Qué, acaso no te gusta?

-claro que si… está bien, seré tu Susu

-bien, pero estoy a punto de llegar y si no continuas se me bajara…

-mmm… está bien… como digas Chunnie –el mayor se le quedo viendo al pelirrojo, siendo notado por este –no te quejes, si tú me pones sobre nombres, yo también lo haré…

-ok, ahora… mi… hhmm…

Segundos más tarde y después de algunas cuantas succiones, el mayor término derramándose en su boca, al igual que aquel chico, trago toda la semilla blanquecina del pelinegro, en su piel se podía notar cuando aquel líquido pasaba por su garganta. Después de terminar de lamer aquella poca esencia del pelinegro que había quedado en su boca, el menor se levanto mirando al chico atentamente para rápidamente volver a recostarse esperando que la ‘acción’ continuara.

-seré tuyo… y solo tuyo… -murmuro sintiéndose un poco culpable, tenia esposo pero de verdad lo deseaba, quería tener a aquel doctor solo para el aunque él no pudiera ser completamente suyo

-pues comencemos –y hubiera entrado en ese preciso momento por aquella aun seca piel del pelirrojo, a no ser de la mano del pequeño que lo detuvo antes de que eso pasase

-sabes tengo experiencia en esto pero… pero sería mejor si me prepararas –pidió tímidamente, seguro que ahora pensaba que era un estúpido niño

-aun que no lo sea, me alegraría tratarte como si fuera tu primera vez… -le sonrió mientras sus manos abrían sus piernas

Cuando estas ya estuvieron completamente separadas, el mayor metió dos de sus dedos en su boca humedeciéndolos con su propia saliva, pero nuevamente ahí estaba el chico interrumpiéndolo.

-eres doctor, que acaso no tienes lubricante –sonrió un poco al ver la expresión que el pelinegro ponía en el rostro

-ya me hiciste enojar jovencito, como castigo usare solamente mi saliva y espero que te guste, porque si no es así, puede salir en este preciso momento –claro que estaba jugando y Junsu podía notarlo

-solo bromeaba, hazme todo tuyo, Yoochun…

El mayor ya no dijo nada cuando su dedo índice se introdujo en la pequeña cavidad del pelirrojo. Junsu gimió al sentir aquello en su cuerpo pero sabía que eso no se compararía con lo que vendría en un rato más, así que para no asustar al que se encontraba observándolo un poco sorprendido, cambio su expresión a una un poco más neutral. Una sonrisa escapo de la boca del doctor antes de introducir un segundo dedo intentando mover estos en la estreches de Junsu, sin esperar más toco el miembro del otro chico obteniendo un poco se semen de este para así colocarlo en la seca entrada del pequeño.

-bien… crees que con eso está bien –le pregunto a un sonrojado Junsu

-tal vez si movieras los dedos un poco más –sonrió burlonamente –hhm… -gimió fuertemente al sentir aquellos dos dedos moverse un poco brusco para su gusto

-¿así?... ya no aguanto Susu, lo siento pero tendré que entrar aun si es a la fuerza…

Sus dedos salieron de aquel rinconcito, se acomodo entre las piernas del más pequeño, sostuvo su hombría listo para disfrutar como loco del placer más grande que pudiera tener, el solo hecho de ser con Junsu, ya era maravilloso. Sus miradas chocaron una vez más antes de que el menor cerrara estos fuertemente al sentir como la virilidad del pelinegro se empujaba por su pasaje.

-AHHMM!! –gimió fuertemente al sentir aquel prominente pedazo de carne entrar por su pequeña cavidad –hhmm… Yoo… chun… duele… -murmuro, sentía que aquello le destrozaría su intimidad, era demasiado grande

-¿quieres que salga? –pregunto preocupado por la reacción que el pequeño había tenido

-no, no lo quiero solo… espera un momento tengo que acostumbrarme… -unas cuantas respiraciones, el menor comenzaba a relajar los músculos de su rostro, ya no dolía como al principio pero sin duda aun sentía una incomodidad demasiado deliciosa –dale… Yoochun

La primera estocada fue lenta, incluso el pelinegro trataba de acostumbrarse a estar dentro de aquel estrecho pasaje, la segunda y la tercera fueron más continuas, el ritmo era lento pero claramente se iban acoplando a él hasta que la intimidad de Junsu así como el erecto sexo del mayor comenzaron a pedir por más velocidad, por más fuerza. Las embestidas tornaron más rápidas, la camilla comenzaba a moverse conforme sus cuerpos lo hacían y aquella sensación de placer puro no podía abandonarlos en ningún momento, Yoochun estaba tocando su punto exacto aquel que le causaba mas placer de lo que un simple sexo podía provocarle.

-hmm… ahmm… hmh… aahm… -gemía conforme aquellas embestidas eran dejadas en su cuerpo

Sus piernas se encontraban entrelazadas en la cadera del pelinegro intentando recuperar un poco de la cordura que creía había perdido por completo, pero era imposible en lugar de lograr aquello el placer le invadía cada parte de su aun frágil cuerpo, y sentía como todo aquel le temblaba indispuesto a dejar pasar tan placentero momento, estaba en un lugar completamente delicioso, pero incluso ahora temía que alguien pudiese escucharlos, porque como se encontraban, por lo menos sus gemidos y gritos traspasaban aquella puerta.

-Susu… hmm… estoy… estoy tan… -intentaba decir sin obtener resultados, su garganta estaba tan ocupada en gemir que no podía hacer que una sola oración coherente saliese de esta

-hhmm… aamm… mmh… mas, dame mas… Yoochun… -pedía desesperadamente, pero al igual que el mayor, podía darse cuenta que el tiempo se estaba terminando, estaba a punto de derramarse sin poder evitarlo –mas fuerte…

El doctor complació la petición del pequeño comenzando a masajear también el sexo de este. Era claro que el pequeño estaba a punto de terminar, pero aun así el pelinegro quería provocarle el mayor placer posible aunque este ya no durase tanto como él deseaba.

-aahhmm… -gimió el menor al derramarse por completo entre su pecho y el del doctor

-hhm… -de igual forma y al mismo tiempo, el mayor se corrió dándole a probar toda aquella semilla que aún le quedaba, la pequeña cavidad de Junsu era invadida por aquel liquido que salía mojando sus piernas y trasero cuando el otro se retiro del lugar –no lo puedo creer… -fueron sus palabras al recostarse junto con el pelirrojo que respiraba agitadamente

-fue maravilloso –murmuro el chico

-lo fue… si lo fue…

Los segundos pasaron y los chicos comenzaron a recobrar el conocimiento. Algo extraño llego a Yoochun, ¿culpa? Pues claro, se había metido con un hombre casado, con su paciente… con el hombre que ahora creía amar, y rezaba por que estuviera equivocado.

-Junsu… no debimos de haber hecho esto…

-no me digas eso ahora… por favor Yoochun, yo te amo…

-yo también, y es por eso que debemos parar esta situación, no puede seguir así…

El menor se levanto de donde estaba intentando pararse en el suelo aunque fue imposible al sentir aquella incomodidad en su trasero, un poco doloroso a decir verdad.

-¿estás bien? –pregunto más que preocupado, al fin de cuentas el había sido el causante de todo aquello

-no, no estoy bien, por favor no me dejes ahora, por favor…

Los ojos de Yoochun se clavaron en las orbes cafés del pequeño, no podía continuar con aquello pero para nada quería dejarlo, ahora que ya lo había probado sin duda se había convertido en una adicción.



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